miércoles, 15 de julio de 2009

El fogón de Artigas - Revolución en la revolución: la siembra del federalismo

“El poder de los Tiranos no es bastante a contrastar el furor de los hombres libres.” (Artigas al Cabildo de Corrientes, 21 de enero de 1815).

La hora de los equívocos.

A partir de las resoluciones adoptadas en el Congreso de Tres Cruces, Artigas comunicó a Rondeau que estaba autorizado a prestar el reconocimiento requerido por el gobierno de Buenos Aires. De las conversaciones se llegará a la firma de tres tratados, donde se establecerán los contenidos aprobados en el Congreso , sobre la organización de la Provincias Unidas en base al pacto confederativo. Fue a partir de la firma de estos tratados, que en un ambiente de equívocos y desconfianzas mutuas, las relaciones con Buenos Aires se irán degradando inexorablemente.

Es evidente que Rondeau no tenía facultades para firmar acuerdos que sobrepasaban las instrucciones recibidas desde Buenos Aires, que simplemente lo autorizaban a tratar con Artigas la solución de los “pequeños” problemas puntuales suscitados en el período anterior. El Triunvirato objetó los “tratados” y los elevó a la Asamblea Constituyente. Consideraron que era en ella que se debían discutir esos temas referentes a la organización nacional. Desde el punto de vista de la concepción política porteña la objeción era sólida : la organización del Estado correspondía a la Asamblea. Las concesiones hechas por Rondeau a Artigas alteraban , desde este punto de vista, el orden establecido en las Provincias Unidas.

La intransigencia del centralismo : esos diputados no entran.

A éste hecho, se unirá el tema verdaderamente irritante del rechazo de los diputados orientales. Las razones aducidas eran formales y en ese sentido, válidas. Pero otras provincias eligieron sus diputados, con iguales o peores vicios de forma y fueron aceptados. Aquí cabe preguntarse : ¿por qué los orientales no cumplieron con el reglamento electoral elaborado en Buenos Aires ? La respuesta hay que buscarla a varias puntas : afirmación de la autonomía, criterio de representación ( los diputados son tantos como los Cabildos que existían en la Provincia Oriental) y también el juego político , en el que Artigas apostó a tener seis votos orientales para unirlos con los diputados partidarios de San Martín y los de otras provincias - por ejemplo , el Paraguay, a pesar de que en definitiva éstos no concurrieron.

La razón profunda del rechazo se debió - sin ninguna duda - a la orientación doctrinaria que llevaban esos diputados, al pacto condicionante para la organización nacional que cuestionaba el proyecto centralista.

Artigas, convencido de la justicia de sus planteamientos políticos, entró en el juego de las objeciones formales. Hizo regularizar los nombramientos y ante el asombro e indignación de los orientales, el rechazo se mantuvo. Aquí, mal aconsejado - misión de un Larrañaga muy conciliador, que ocultó a Artigas el ambiente de abierta hostilidad que había hacia él en las esferas del gobierno bonaerense - aceptó que la situación se destrabase en base a la realización de un nuevo congreso. Grave momento de duda y debilidad de Artigas, que llevará a nuevas y dolorosas rupturas, no solo con Buenos Aires, sino también entre los propios orientales.

El Congreso de Capilla Maciel

A fines de agosto, Artigas y Rondeau acordaron convocar un nuevo Congreso provincial, que se reuniría bajo la presidencia de Rondeau, con el fin de establecer un nuevo gobierno provincial y decidir acerca de los nuevos diputados a enviar a la Asamblea Constituyente. Las instrucciones recibidas por Rondeau son un modelo de doble discurso manejado desde Buenos Aires ( redactadas por Valentín Gómez) para neutralizar y dejar de lado a Artigas y quienes lo apoyaban. Artigas puso como condición que los diputados que participarían en el nuevo Congreso partieran del conocimiento de lo actuado en el de Tres Cruces. Elemento mínimo de asegurar su influencia, ante una situación que le era completamente desfavorable, desde el momento que aceptó la reconsideración de lo actuado.

Estos hechos agudizaron las tensiones entre los orientales. La composición social del Congreso que se reunirá entre el 8 y el 10 de diciembre en la Capilla Maciel, no difiere de la de Tres Cruces. Representan a los integrantes de la clase alta oriental, que apoyaron el autonomismo de abril a condición de que no representara demasiados sacrificios. Como señala Lucía Sala, “Aunque parece evidente que se ejerció presión sobre los diputados, también es claro que las clases privilegiadas orientales no estaban dispuestas a adoptar una actitud intransigente como la que seguía el movimiento artiguista.”

Artigas, ante la evolución del Congreso, reclamó por la violación de lo acordado con Rondeau, protestando en forma airada. Todo lo resuelto en Tres Cruces, fue negado en Capilla Maciel. Ante estas circunstancias que lo desbordaron, Artigas tomó la grave resolución de negar validez al Congreso. Se dirigirá a los pueblos, y los pueblos lo apoyarán desautorizando a Rondeau , quien pretendió reaccionar enviando piquetes de fuerza armada para obligar a aceptar lo resuelto bajo su mando.

Momento delicadísimo en la trayectoria de Artigas. Durante más de un mes buscará fórmulas conciliatorias que eviten la ruptura, pero que no signifiquen abandonar los principios esenciales de la libertad de los pueblos y sus consecuencias. Al fracasar todos los intentos, Artigas resuelve su retirada personal del sitio de Montevideo : es la marcha secreta cumplida en la noche del 20 de enero de 1814. Tras el caudillo, partirán las tropas orientales, siguiéndolo instintivamente.

La guerra civil contra Buenos Aires.

Artigas juzgó -con razón, según explican Reyes Abadie, Bruschera y Melogno - que no había otro camino para asegurar el respeto de la autonomía de decisión del pueblo oriental, que imponer militarmente al centralismo porteño, el reconocimiento de la soberanía de los pueblos.

Por eso Artigas marchará hacia el Litoral, zona en la que junto con sus orientales no es un extraño. Desde el exilio en el Ayuí, los pueblos hermanos lo conocen, respetan y comienzan a admirarlo. Ellos también tienen los mismos problemas que los orientales. Hasta ahora esa percepción oscura de sus necesidades careció de un caudillo que los represente. Ese será el papel de Artigas. Al frente de esta causa federal, que significa auténticamente una “revolución en la revolución” gestada desde mayo de 1810, contará con apoyos sustanciales en el litoral para doblegar a un gobierno cada vez más ajeno a los intereses populares.

La actitud de Artigas, condenado como “traidor a la patria” por el flamante Director General de Buenos Aires, Posadas, logró frustrar un nuevo intento de armisticio con los españolistas de Montevideo, que en la mayor discreción, tramitaban los emisarios bonaerenses (Sarratea por mayores datos) en Río de Janeiro.

El período que se extiende hasta febrero de 1815, es uno de los más dramáticos y difíciles protagonizado por Artigas, si exceptuamos claro está , la fase final de su trayectoria. La lucha final contra Montevideo quedará en manos de los porteños y una vez que éstos ocuparon la ciudad, volcaron todo su poder militar en la liquidación de la resistencia artiguista. Para los montevideanos, testarudamente fieles a España, el gobierno porteño inspirado en su nueva figura descollante, Carlos María de Alvear, será una pesadilla. Con el transcurso de los meses solo mantendrán su adhesión a Buenos Aires quienes dependen de él por sus cargos y reciben prebendas. El conjunto de la población montevideana que no tiene simpatías por el artiguismo, terminará apoyándolo transitoriamente por considerarlo como un mal menor frente a los porteños.

Luego de varios combates, en los que Artigas y sus partidarios tuvieron serias dificultades ; matizados con negociaciones contradictorias, la victoria de Guayabos en enero de 1815 inclina la balanza a favor del federalismo. En marzo de 1815, Montevideo fue ocupado por las tropas orientales , a cuyo frente viene Otorgués. El 26 de marzo de 1815 el pabellón artiguista ondeará al viento sobre los muros de la orgullosa ciudad. Por entonces, la influencia de Artigas se extiende más allá del Uruguay, en el Paraná (Entre Ríos, Corrientes, Misiones) y más allá, hasta Santa Fe y Córdoba.

Al parecer, han llegado los tiempos del triunfo y de poner en práctica las ideas elaboradas en beneficio de los pueblos liberados de España y del Centralismo porteño. ¿Podrá llevarse adelante el generoso programa artiguista ?

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