martes, 21 de julio de 2009

40 años del hombre en la Luna y de 182 destituidos en huelga bancaria en Uruguay

Julio 1969: El hombre en la Luna y en el Uruguay 182 despedidos en una huelga bancaria, reprimida por la patronal con los auspicios del Presidente Jorge Pacheco Areco...

El 20 de julio se cumplen 40 años de la llegada a la Luna de la misión tripulada del Apolo XI. Todo un logro científico-tecnológico que despertó la admiración en el mundo. Al mismo tiempo, en Uruguay, gobernado con dura mano por el presidente Jorge Pacheco Areco y sus ministros, la huelga de los empleados de la banca privada, iniciada un mes antes, fue castigada drásticamente con la destitución de 182 trabajadores, cuya lista fue publicada en la prensa uruguaya el día después de hazaña de los astronautas norteamericanos. El hecho fue un severo golpe para la huelga, que se extendería, agonizante, hasta el mes de setiembre. También, a nivel de simple anécdota personal, fue el comienzo de un largo calvario para los que cayeron en esa siniestra lista de destituidos.
Mis reflexiones, como uno más de los 182, a 40 años del suceso pueden sintetizarse en las siguientes consideraciones.

1.- Más allá de todo lo que se diga, la huelga de la banca privada de 1969 ,objetivamente, fue derrotada. El resultado más penoso de esa derrota quedó plasmado en que el sindicato tuvo que cargar ,a partir de ese momento ,con 182 destituidos. La elaboración de la lista de destituidos fue una obra maestra del “terror antisindical”. En lugar de despedir a dirigentes, cosa común en casi todos los conflictos, aquí se golpeó, mayoritariamente, a los afiliados “de a pie” del sindicato.

2.-En el movimiento sindical uruguayo, esto no era ninguna novedad. ¿Cuántos conflictos de diversos gremios, especialmente obreros, terminaron con despedidos que el paso del tiempo fue cubriendo con el manto del olvido? Solamente sorprendía que uno de los sindicatos “fuertes”, tuviera que pasar a convivir con ese pasivo humanamente tan oneroso.

3.-El sindicato bancario quedó debilitado por largo tiempo, ya que a los efectos de la derrota del '69, en poco tiempo más debió sufrir – con los demás gremios - la represión implacable de la dictadura militar. Si en algún momento existió “refundación” fue más adelante; es decir hacia 1983-84, a la salida de la dictadura. En el caso de la AEBU, los “182” pasaron a ser un incómodo lastre, para retomar nuevos caminos. En 1996 , al caducar definitivamente un segundo convenio con “compensaciones económicas”, el oficialismo de la AEBU, a cuyo frente se encontraba el joven e impulsivo dirigente Juan José Ramos, consideraba que en el sindicato predominaba la gente joven que ni siquiera había nacido en 1969 y, por lo tanto, era difícil que existiese una sensibilidad adecuada al problema de los “182”.

4.-El despido de los 182 fue hecho con la presión y apoyo directos del Poder Ejecutivo a cargo de Jorge Pacheco y aplicado con una saña particular: publicación en la prensa de todos los nombres, elaboración de listas negras que se proyectaron en los oscuros años posteriores. Para los militares, antes y durante la dictadura, un simple destituido bancario “de a pie” del ’69, era sinónimo de “subversivo”.

5.-El Estado de derecho uruguayo tiene un notorio deficit que , al parecer, ya nunca se va a subsanar. Los destituidos bancarios del ’69 fueron ,formalmente, repuestos en sus cargos por la ley 14047 a fines de 1971. Ahora bien, esta ley fue desconocida por la patronal bancaria, con el aval de un Pacheco que ya preparaba sus valijas para sus periplos europeos post presidenciales. La restaurada democracia, del ’85 en adelante, miró vergonzantemente para el costado y la ley nunca se cumplió. Con el agravante que a lo largo de los años se fueron generando dictámenes judiciales que se acomodaron al interés de los banqueros...

6.-Nadie como la patronal bancaria tuvo tan asumida la naturaleza de ese conflicto. En el segundo semestre de 1985, cuando se negociaban los temas pendientes entre el sindicato y la patronal, esta estuvo de acuerdo en solucionar todo lo relativo a casos que se hubiesen generado durante la dictadura, pero fue irreductible con relación a los destituidos del ’69. En momentos en que existió, por unos pocos meses, la correlación de fuerzas más favorable posible para el sindicato, la patronal bancaria únicamente admitió que volvieran a trabajar 24 trabajadores de los 182.

7.-Los bancarios destituidos tuvieron como reparación “compensaciones económicas”, que fueron efímeras. (Por otra parte, ninguna compensación puede “compensar” un “despido abusivo y el daño moral”, más los diversos males emergentes de la “lista negra”). Ellas fueron: el convenio de enero de 1972, auspiciado por Pacheco y la patronal bancaria para violar la ley 14047: se trató de un convenio por 5 años que culminó en enero de 1977, en plena dictadura. Luego, silencio en la noche. Hasta enero de 1986, en que – con forceps - se negoció un nuevo convenio por 10 años. Ese convenio, al caducar en 1996, determinó que los “sobrevivientes” de los 182 volvieran, de un día para el otro, a las magras jubilaciones( o pensiones para las nuevas viudas, naturalmente con las quitas naturales a esas prestaciones) que les correspondían por los años efectivamente trabajados. Es decir, “compensaciones económicas” siempre transitorias y sin que generasen ajustes jubilatorios. La paradoja es que al final de sus vidas, los destituidos del ’69 se vieron muy “apretados” desde el punto de vista económico. El oficialismo de AEBU de esa época, pudo jactarse, con fines electorales, de haber solucionado todos los problemas pendientes. Los hechos demuestran que este,el de los “182”, no lo fue. Los destituidos siguieron luchando como “fantasmas de un viejo pasado” ,al decir del tango, para lograr ... “la reforma de cédula jubilatoria”.

8.- A 40 años de la huelga, mirando el pasado en la lejanía, uno tiende a pensar que el movimiento a la huelga general de la banca privada, fue impulsado, en una coyuntura muy especial, hacia un enfrentamiento deliberado, total y – en buena medida - absurdo, con el poder político, dejando de lado – al punto que se desdibujaron completamente – las modestas reclamaciones, específicamente económicas ,que estaban en el comienzo del conflicto y que pronto fueron olvidadas. La prolongada y estéril huelga, fue el triunfo de un grupo de dirigentes, encabezados por el binomio H. Cores y C. Fasano, (con una actuación tan brillante como demagógica, en las asambleas generales multitudinarias del comienzo del conflicto) que utilizaron al gremio bancario para llevar adelante su política presuntamente “revolucionaria”..., lo hicieron trizas y luego, adiós pampa mía...que otros arreglen los destrozos.

9.-Los aniversarios “redondos” y cada vez más alejados, tienden a convertir los hechos de que se trata en mitos. Por ahora creo que,tal vez, sigue siendo prematuro hacerlo con la huelga del ’69. Por lo menos conviene esperar hasta que el último de los 182 haya descendido a la tumba, para que no queden testigos presenciales...

10.- Felizmente, y de momento, la vida continúa...


Uno de los 182

miércoles, 15 de julio de 2009

El fogón de Artigas - Que no se apague...

“Por su parte no se manifestó menos satisfecho el viejo, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas : ‘¿Entonces - se preguntó risueñamente - mi nombre suena todavía en su país de Ud. ?’ Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo, después de una pequeña pausa : ‘es lo que queda de tantos trabajos ; hoy vivo de limosna.’” (Enrique de Beaurepaire Rohan, Ingeniero militar brasileño, entrevista con Artigas en Ibiray, Asunción del Paraguay, del 12 de mayo de 1846.)


A lo largo de once entregas de SOL Y LUNA hemos presentado una visión sintética y abarcadora de la acción pública de José Artigas, desde 1811 hasta 1820. Antes y después , se extiende sobre su vida un manto ,a veces impenetrable, por falta de datos precisos. Nuestra intención fue la de poner al alcance de los lectores un material básico que permita acercarse, familiarizarse con el tema. A partir de allí, naturalmente, cabe ampliar y profundizar en aspectos esenciales de su obra. Con esos fines, para los lectores interesados, deseábamos mencionar en forma específica los materiales en que basamos nuestro trabajo, que muy lejos estuvo de ser original. De más está decir que no pretende agotar, ni por asomo, toda la bibliografía al respecto que es muy extensa.

Una obra que siempre es un gusto consultar, y como libro de ingreso al artiguismo la consideramos muy valiosa, es el “Breviario Artiguista” de José María Traibel. Muy completa y erudita es, en el otro extremo, “El Ciclo Artiguista” de W.Reyes Abadie, O.Bruschera y T. Melogno. Del mismo modo es excelente, por la información que trae sobre el proceso revolucionario rioplatense y las vicisitudes planteadas no solo en la Banda Oriental sino muy especialmente en Buenos Aires, “Artigas y el Federalismo Rioplatense” de W. Reyes Abadie. Con enfoques que hacen hincapie en la problemática económica y social se destacan las obras de Lucía Sala (“Artigas, Tierra y Revolución” y “Artigas y su Revolución Agraria”, para únicamente mencionar sus obras de síntesis) y de J.P.Barrán y B.Nahun “Bases económicas de la revolución artiguista”. Es muy jugosa la visión de la historia nacional y americana que presenta C.Machado en su obra “Historia de los Orientales”, en cuyo tomo I se encuentra todo lo referente al período artiguista.
También es muy original e interesante ,por tratarse de la visión de un historiador extranjero, en este caso inglés, la obra “Artigas y la emancipación del Uruguay” de John Street. Insistimos en que existe una muy extensa bibliografía para aquellos interesados ; pero el manejar estas obras es un buen comienzo para todo aquel que busque profundizar sus conocimientos al respecto.

Artigas, como lo demuestran hechos recientes, sigue siendo un elemento fundamental en la percepción de nuestro pasado. El tiempo transcurrido no lo debilita, pese a su fracaso concreto, sino que mantiene vivo su legado, siempre en permanente proceso de discusiones y valoraciones diversas, pero fermental sin lugar a dudas. En estos tiempos de extranjerización rampante, de falsos profetas, es esencial que las generaciones mayores puedan transmitir a los niños y jóvenes una apreciación de Artigas, que muchas veces, tal como se hace en la enseñanza formal, en escuelas y liceos, lleva a un “aburrimiento” - que es común a otros temas de la historia nacional - y por ese camino a un desconocimiento real de su importancia y vigencia ,aquí y ahora.

Nosotros en estos artículos de divulgación nos adherimos a una visión de Artigas en que pretendimos rescatar su proyección revolucionaria desde un ángulo muy comprometido con la suerte de los más desposeídos, así como una postura ética de intransigencia en la defensa de los valores que creía esenciales. Valores de los que no se apeó en ninguna negociación política. Valores que defendió hasta sus últimas consecuencias. No tuvo una muerte heroica, pero supo asumir con enorme dignidad su derrota en un exilio paraguayo que lo apartó de la vida política, consciente , tal vez, que más allá de las vanidades del poder quedaba, para quien supiera retomarlo, el desafío de su legado.

Aquí termina nuestra modesta contribución para mantener encendida la llamita del artiguismo. Que otras manos se acerquen para que el fogón no se apague...

El fogón de Artigas - La derrota de Artigas: la hora de los egoísmos...

“Hablaré por esta vez y hablaré para siempre. V.E. es responsable ante la patria de su inacción y perfidia contra los intereses generales. Algún día se levantará ese tribunal severo de la nación, y administrará justicia equitativa y recta para todos.” Artigas a Pueyrredón.Purificación.13 de noviembre de 1817).

La guerra en dos frentes y sus consecuencias.

La complicidad del Directorio porteño con los invasores portugueses y todas sus iniciativas para liquidar a la Liga Federal llevaron ineluctablemente a una guerra civil, desastrosa para las provincias del litoral, especialmente Santa Fe y Entre Ríos en cuyos campos y pueblos se verificaron los episodios bélicos.

Si bien el propósito del Director Pueyrredón de derrotar a Artigas no se cumplió, si fue posible el debilitamiento de la cohesión interna de la Liga Federal. La imposibilidad de Artigas de atender directamente los asuntos de las provincias y las intrigas desatadas por Buenos Aires entre los subalternos artiguistas, sumado a la falta de comprensión por parte de los caudillos locales, sobre cuales eran los principios fundamentales que estaban en juego en la lucha contra el Directorio y Portugal - nunca llegaron a comprender que eran dos piezas de un mismo problema - disminuyeron el prestigio de Artigas, elevando a los caudillos locales, en especial Francisco Ramírez (Entre Ríos) y Estanislao López (Santa Fe).

A lo largo de estos años de guerra civil ambos bandos sufrirán transformaciones de importancia. Por el lado del Directorio porteño se intentará todo para aplastar al federalismo : llamado al Ejército de los Andes que se aprestaba a iniciar la campaña contra los españoles que dominaban Chile y Perú , orden desobedecida por su jefe el Gral. San Martín, que sin embargo no simpatizaba para nada con Artigas. Luego, una vez aceptada la renuncia de Pueyrredón y nombrado como nuevo Director el Gral. José Rondeau, a éste le corresponderá la triste tarea de volver a solicitar a los portugueses que invadieran el Entre Ríos para liquidar a las fuerzas federales. El éxito mayor logrado por la dirigencia porteña fue la firma del tratado de San Lorenzo con Estanislao López. En virtud de este acuerdo, desautorizado por Artigas, la sufrida provincia santafesina se separó de la Liga Federal -transitoriamente- pero el hecho dice mucho acerca de las aspiraciones de su caudillo.

La caída del régimen centralista porteño.

Todos los manejos directoriales, no obstante , provocarán el incremento de la oposición contra el Director y el Congreso, incluso en la propia ciudad de Buenos Aires, donde comienza a perfilarse , borrosamente, la formación de un partido afín con el federalismo. En l819, la aprobación de una Constitución centralista , autoritaria y aristocratizante, que valía tanto para una república como para una monarquía, provocó un repudio generalizado de todas las provincias. La situación económica era lamentable, producto de los años de guerra, pero también por la aplicación de un libre comercio irrestricto que favoreció ampliamente a los ingleses y sembró pobreza y privaciones entre la gente común. Motines pro-federales estallaron esporádicamente, incluso dentro de los rangos del ejército porteño. En esas condiciones no es de extrañar, la fulminante ofensiva federal sobre Buenos Aires que logra el triunfo de Cepeda el 1 de febrero de 1820. Las montoneras del Litoral, a cuyo frente venían López y Ramírez -este como representante de Artigas - atan sus caballos en la pirámide de Mayo, en la plaza principal de Buenos Aires, provocando el terror y el espanto en la oligarquía porteña. Esta oligarquía, disuelto el régimen directorial, buscará cualquier medio para lograr la retirada de los “bárbaros” de la orgullosa ciudad porteña.

La venganza de la oligarquía

Fue en esas circunstancias, en medio del caos provocado por la derrota, en que un Cabildo constituyó una Junta de Representates de la Provincia de Buenos Aires, la cual a su vez eligió a Manual de Sarratea, viejo enemigo jurado de Artigas, como Gobernador Provincial. Sarratea se reunirá con los caudillos triunfantes en la localidad del Pilar, firmando un Pacto el 23 de febrero en la que logra dos objetivos fundamentales. A partir de un reconocimiento muy vago y general acerca del federalismo, en su texto se desconoce la existencia de la Liga Federal y la autoridad de Artigas, reconocido simplemente como gobernador y capitán general de la Provincia Oriental. (Una provincia totalmente dominada por los portugueses a esa altura de los acontecimientos). Ni una palabra de ayudar a los orientales contra los invasores. En cambio se sabe que existió un acuerdo secreto entre Sarratea y Ramírez, en que el primero se comprometía a ayudar al entrerriano en el caso de que fuera atacado por Artigas : no había que ser muy adivino para conocer como iba a reaccionar el caudillo.

El federalismo artiguista derrotado

La firma del tratado marca la derrota del federalismo artiguista. Los caudillos que vencieron en Cepeda no habían entendido el alcance del mismo. Para ellos todo terminaba con la derrota de Buenos Aires. La lucha contra Portugal era vista como un sacrificio demasiado duro. El federalismo de un López o de un Ramírez es una cáscara que recubre el egoísmo localista. Por el lado de Buenos Aires, la habilidad de Sarratea consistió que en el momento de su peor derrota, sin embargo, logra conservar algo y sembrando cizañas en el campo vencedor, crear un ambiente de guerra civil entre los caudillos federales, que a la postre los destruirá a todos.
Como expresan Reyes Abadie, Bruschera y Melogno la oligarquía porteña supo tener la suficiente astucia como para negociar su derrota, arrastrando tras sí la derrota del artiguismo.

La respuesta de Artigas a todos estos hechos nefastos será fulminante. Rechazando el Pacto del Pilar, le declaró la guerra a Ramírez ( efectivamente responsable del desconocimiento de su autoridad de la que era delegado) . Este recibió por parte del gobierno de Sarratea todos los socorros militares que le habían sido negados a los orientales para la guerra contra los portugueses.

La guerra civil desangró a todos. En una serie de inexorables derrotas militares, Artigas se irá retirando cada vez más hacia el norte. Su respuesta política será la refundación de la Liga Federal , a través del Pacto de Avalos , integrando a Corrientes, Misiones y una Provincia Oriental puramente nominal. Haciendo prodigios logra mantener una fuerza combatiente desde marzo hasta agosto. Pero la suerte estaba echada en su contra : en los primeros enfrentamientos Artigas contó con 3.000 combatientes. Al final, en el potrero de Avalos, escaparon solo 12 con 11 caballos : Artigas - como recuerda Carlos Machado - logró salvarse de no caer prisionero de Ramírez en ancas del caballo de Manuel, su primer hijo.

Artigas nos espera

Acorralado por los portugueses, por Ramírez, por los bañados correntinos que son intransitables, la única opción que le queda es internarse en el Paraguay. Allí gobierna alguien para quien Artigas es un enemigo : Gaspar Rodríguez de Francia. En sus últimos momentos, rodeado de unos pocos fieles seguidores, acompañado por los indios guaraníes quienes siguen sintiendo una devoción tal que, a su paso, le piden la bendición, Artigas recordará a los orientales presos en las cárceles portuguesas y les enviará los últimos recursos que le quedan para aliviar su suerte . Hacia Río de Janeiro partirá Francisco de los Santos, el último chasque del caudillo para cumplir con su misión humanitaria. El 5 de setiembre de 1820, Artigas entró en Paraguay. Jamás regresó al mundo exterior ni volvió a tomar parte alguna en la política rioplatense.

A partir de allí el resto será, prácticamente, el silencio hasta su muerte en el año 1850. Sus enemigos tendrán el tiempo suficiente, más de 80 años para elaborar sus infamias en la leyenda negra de Artigas. Demolerla fue y sigue siendo una tarea esclarecedora para todos los patriotas americanos.

Carlos Quijano en un emocionado homenaje a Artigas escribió en 1986 : “Otros hubieran querido explicarse y justificarse. El, en su recóndito ostracismo, no. Ni se explicó, ni se justificó. Después de haber librado batalla, calló. Ese su augusto silencio no tiene paralelo ni ejemplo...Tanto o más que su brioso batallar, es su transido silencio el que ahora nos golpea, el que nos golpeará siempre mientras los orientales y aún los americanos no seamos lo que él quiso que fuéramos.”

EL fogón de Artigas - La invasión portuguesa: la hora de los traidores...

“... es preciso que cada una legua que avance el enemigo, le cueste mucho trabajo y mucha sangre...”( Artigas a Felipe Duarte, 17 de noviembre de 1819).

Los intereses de Portugal.


La invasión portuguesa fue el instrumento decisivo para provocar el debilitamiento irreparable de Artigas y toda su política provincial y rioplatense. La acción portuguesa se explica por motivos propios, vigentes desde los comienzos de la colonización en América, desde su implantación en la Colonia del Sacramento en 1680. Para Portugal, como luego para su heredero el Brasil, el control del estuario del Río de la Plata y sus afluentes , fue y será un objetivo geopolítico de primer orden.

La ingrata situación de Portugal en Europa, luego de la derrota de Napoleón Bonaparte y las resoluciones del Congreso de Viena en 1815, explican su agresividad en América del Sur. Por otra parte, las potencias europeas, incluyendo a una ambigua Inglaterra, generaron un ambiente intervencionista para tratar de poner fin a la revolución hispanoamericana. Portugal se manejará en dos niveles. Como aliado de España en esos momentos, manejará la idea de intervenir en la Provincia Oriental y en el resto del territorio rioplatense para poner fin a la “anarquía” revolucionaria en general y la artiguista en particular. Intimamente tratará de aprovechar las circunstancias para lograr las siempre ansiadas “fronteras naturales” , esto es, los ríos Uruguay y/o Paraná y a través de su dominio integrar el interior brasileño; el control de la importante riqueza pecuaria de la zona  debilitando a las Provincias Unidas y al liquidar a Artigas y su federalismo, detener su posible expansión hacia la zona riograndense. Portugal contó con el visto bueno de Inglaterra, consecuente con una estrecha alianza nacida desde hacía más de 100 años. Pero por otra parte, oficialmente,Inglaterra solo admitirá la intervención lusitana como algo circunstancial : Portugal actuaría en la zona mientras España no estuviese en condiciones de reincorporar estos territorios a su dominio.

La hora de los traidores.

La invasión portuguesa, no obstante, fue favorecida por la situación interna de las Provincias Unidas y los duros conflictos político-militares, planteados entre la dirigencia centralista de Buenos Aires y el federalismo artiguista. La acción de los emigrados bonaerenses y orientales (los más importantes : el ex-Director Carlos María de Alvear y su secretario, el oriental Nicolás Herrera) querían terminar con el artiguismo a cualquier precio. A lo mismo apostaban los emigrados españoles, cuyos bienes habían sido confiscados por Artigas : muchos de ellos quedaron en Río de Janeiro a la espera de la revancha. No obstante, fue la política del gobierno de Buenos Aires la que más favoreció el comienzo de la invasión. En ese sentido la responsabilidad del Director Interino González Balcarce es inmensa pues propició conversaciones preliminares en Río de Janeiro , a través de su enviado Manuel J. García para auspiciar, en secreto, la ocupación portuguesa de la Provincia Oriental, único instrumento a que podían recurrir los dirigentes porteños para liquidar al federalismo. Poco antes de que comenzara la invasión, García escribirá al gobierno de Buenos Aires “Creo que en breve desaparecerá Artigas de la Banda Oriental. La escuadra (portuguesa) está aquí al ancla y espera el primer viento.” La otra figura importante de esta tragedia fue Nicolás Herrera. Por odio irreconciliable con la política popular y federal del artiguismo , se convertirá en un colaborador de primera línea en asesorar a los generales portugueses. Herrera estuvo en condiciones de informar a Lecor del “quien es quien en la Provincia Oriental”, de las desavenencias de cada uno con Artigas, en fin, de todas las debilidades del sector patriota. En ese sentido se comportó como un experto agente de inteligencia a favor de los portugueses.

El heroísmo de los patriotas.

La invasión se desencadenó finalmente en agosto de 1816. La superioridad militar portuguesa, frente a los orientales e incluso la Liga Federal, era aplastante. Se trataba de una potencia europea, de tercera categoría, pero potencia al fin, cuyos ejércitos habían combatido contra el imperio francés. Las operaciones portuguesas implicaban un avance terrestre con apoyo naval, cuyo objetivo primero era la captura de Montevideo. La réplica de Artigas, fue la de contener el avance en el sur, intentar una contraofensiva en territorio riograndense por el norte, para cortar las líneas de abastecimiento de las tropas portuguesas, cuyo centro era la ciudad de Porto Alegre. Táctica audaz y que pese a todos los reveses le permitió una de sus grandes victorias militares en la batalla de Santa María, el 14 de diciembre de 1819. El otro aspecto originalísimo de la estrategia de Artigas fue plantear la lucha en el mar, sin contar con una flota, a través del sistema de corsarios. Las “patentes de corso” otorgadas por Artigas harán que muchos particulares, especialmente marinos norteamericanos, enarbolando el pabellón tricolor de la Provincia Oriental , pongan sus naves al servicio de la causa federal. Insólitamente continuarán luchando contra portugueses y españoles, en mares lejanos, mucho después de la derrota final de Artigas. En los ríos Paraná y Uruguay, se pondrá en acción una flotilla fluvial, al mando de Pedro Campbell, curioso personaje temible en la guerra, que mantendrá una especial admiración por el Jefe de los Orientales.

¿Por qué fueron derrotados los orientales ?

La superioridad de los portugueses no explica el desenlace. Fueron casi cuatro años de tremendos sacrificios en los cuales su poderío no pudo imponerse, pese a las terribles pérdidas de los orientales. Factor fundamental fueron las circunstancias internas de la Provincia Oriental y muy especialmente la política de Buenos Aires.

El Congreso de Tucumán y el nuevo Director, Juan Martín de Pueyrredón practicaron una política tortuosa. Por un lado, temiendo las reacciones populares en Buenos Aires que exigían que se ayudara a los orientales, manejaban declaraciones intimando a los portugueses a retirarse. Secretamente tenían contactos para facilitar el proceso de “pacificación” que los libraría de Artigas y su federalismo. El Director Pueyrredón,conocedor de las divisiones internas de los orientales, practicó la política de ofrecer ayuda a cambio de que se abandonara el programa artiguista. Presionados por las circunstancias los comisionados orientales Durán y Giró , en diciembre de 1816 , entraron en el juego del gobierno bonaerense. Esto provocó una airada protesta de Artigas, manifestándoles a ambos que el patrimonio de los orientales no se vendería al bajo precio de la necesidad. En definitiva, la política bonaerense llevará a que el 13 de noviembre de 1817, en un oficio a Pueyrredón en el que Artigas puso en evidencia la connivencia del Directorio con los portugueses, comience oficialmente la guerra de la Liga Federal contra el centralismo porteño. Amarga guerra civil, fatal para los orientales y para el prestigio de Artigas, pues comprometido en la lucha por su provincia deberá delegar la conducción de la guerra contra Buenos Aires a los caudillos de Entre Ríos (Francisco Ramírez) y Santa Fe (Estanislao López). Esta guerra en dos frentes será nefasta para todos...

A partir de 1817 , el frente interno de los orientales se deterioró totalmente : aparecieron conspiraciones contra Artigas, intentos de captar jefes para hacerlos desertar , unida a una campaña de difamación sistemática, cuyo mejor ejemplo lo dio la publicación del tristemente célebre “libelo” del oriental Pedro Feliciano Sainz de Cavia. A la larga esta labor de desgaste fue dando los frutos esperados desde el gobierno de Buenos Aires. En Montevideo , el Batallón de los Cívicos encargado de su defensa, se rebeló . En agosto de 1817, Montevideo fue entregado, sin luchar ,a los portugueses por orientales y españoles que consideraron a Lecor como un libertador de la “anarquía artiguista”... Conflictos personales envenenaron las relaciones entre los jefes orientales, como el caso del conflicto entre Tomás García de Zúñiga ( que terminó pasándose a Portugal) con Fructuoso Rivera que contaba con todo el respaldo de Artigas. Militares de extracción montevideana, como el joven Manuel Oribe o Rufino Bauzá, abandonaron la lucha : no estaban de acuerdo con los portugueses, pero tampoco querían seguir con Artigas. Con tropas de las mejor organizadas que tenían los orientales, en octubre de 1817, se dirigieron a Buenos Aires. Más tarde, la muerte o el caer prisioneros de los mejores oficiales artiguistas ( Lavalleja, Otorgués, Andresito...) fueron desgastantdo irremediablemente la resistencia al invasor.

Comienza la larga noche de la opresión extranjera.

Por último, la política de Lecor fue habilísima. Militar consagrado en Europa, en la guerra contra los orientales utilizó , al decir de Lavalleja, más los talentos del zorro que los del león. Con el asesoramiento preciso de Nicolás Herrera, fue muy efectivo para ir captando a la “gente principal”, luego a militares y caudillos e incluso prometiendo no afectar a los donatarios artiguistas. La combinación de todos estos factores, unidos a las cada vez más frecuentes derrotas militares ,culminarán en la sangrienta batalla de Tacuarembó del 22 de enero de 1820. Allí las últimas tropas orientales, comandadas por el Cnel.Andrés Latorre, fueron aplastados por las fuerzas portuguesas del Conde de Figueira.

La Provincia Oriental, clave de la Liga Federal, base del poder del “Protector”, estaba perdida.

EL fogón de Artigas - La Liga Federal: el sueño de la Patria Grande...

“... consultando cada una de las provincias todas sus ventajas peculiares y respectivas, y quedarán todas en una perfecta unión entre sí mismas ; no en aquella unión mezquina que obliga a cada pueblo a desprenderse de una parte de su confianza en cambio de una obediencia servil, sino en aquella unión que hace al interés mismo, sin perjuicio de los derechos de los pueblos y de su libre y entero ejercicio.” (Artigas al Cabildo de Corrientes, 29 de marzo de 1814).

El original proceso de la revolución oriental hizo surgir el liderazgo de Artigas, cuya fuerte personalidad condensó en posturas y documentos ( tal el de las Instrucciones del año XIII) una concepción de la organización de los pueblos que se independizaban del decadente dominio español, respetuosa de las “soberanías particulares”, pero no menos exigente en cuanto a propiciar la unión de todos, en un régimen libremente acordado. Con esto chocaba con la dirigencia de Buenos Aires, cuya interpretación de la revolución emancipadora era totalmente favorable a mantener una hegemonía incontestada de la ex-capital virreinal.

Como señalan Barrán y Nahun el desafío era lograr la conciliación entre las soberanías particulares de los pueblos y la unión de esos pueblos con un mismo origen y un mismo destino. De allí la originalidad del planteo federal de Artigas que permitía evitar los dos riesgos, ambos muy negativos : el centralismo porteño y la pulverización en republiquetas impotentes. “Artigas les ofreció a las provincias” - sostienen estos autores -“tantas ventajas cuantos inconvenientes encontraban en Buenos Aires : salida al mar, libertad comercial, igualdad provincial , reparto de las rentas aduaneras. No fueron estas meras promesas ; se concretaron en reglamentos, disposiciones y acciones.”

La fuerza del federalismo.


Más allá de las definiciones teóricas establecidas desde 1813, el federalismo artiguista encuentra en la realidad geográfica y humana de la región platense de la época elementos favorables a su implementación. En una época con graves dificultades de comunicación ( sin ferrocarriles, ni puentes, ni carreteras) las vías naturales y rápidas son los grandes ríos de la región. A través del Uruguay , el Paraná y sus afluentes logran unirse y articularse zonas tan diversas como la del litoral ganadero extendido hasta lo que hoy es Río Grande del Sur, el zona agrícola yerbatera del Paraguay y , a través de Santa Fé, el interior profundo argentino con su economía minera, agrícola y artesanal. “El federalismo artiguista ofrecía a estas comunidades la primera fórmula de integración útil y práctica y les proporcionaba el instrumento de “gobierno inmediato” capaz de asegurarles el directo y particular ejercicio de su propia soberanía , sin desmedro de la unidad nacional platense, consagrando así en los hechos, el dogma de la Revolución” - sostienen Reyes Abadie,Bruschera y Melogno.

La política bonaerense una y otra vez frustró todas las expectativas. De allí que las provincias ( o tal vez es más preciso decir las clases dirigentes - urbanas y rurales - de provincias que se estaban constituyendo sobre la marcha) vieron en la posibilidad federal artiguista la forma de escapar al proyecto centralista.

La naturaleza del sistema.

Las provincias al adherir al sistema federal encontraban rápida satisfacción a sus deseos de autonomía política (designaban todas sus autoridades en lugar de recibir porteños o filo-porteños), y pasaban a controlar sus intereses económicos. El signo de su adhesión al sistema era enarbolar el pabellón tricolor ( combinando los colores propuestos por Artigas del azul, blanco y rojo) , y proceder a una elección popular de sus autoridades. Artigas se limitaba a representarlas en materia de “relaciones exteriores” , comprendiendo esto específicamente la dura confrontación ideológica, política y militar con Buenos Aires, sin intervenir directamente en los asuntos internos específicos de cada provincia. La magistratura de “Protector de los Pueblos Libres” la ejercía desde su capital de Purificación trazando las grandes orientaciones, resolviendo los asuntos que se elevaban a su consideración o fallando en pleitos llegados en apelación, con un marcado tono paternalista. “Mantuvo en todos los casos “- sostienen Reyes Abadie, Bruschera y Melogno -“ un amplio respeto por las autoridades provinciales aún de las más directamente ligadas a su consejo y superior resolución como lo fueron la Provincia Oriental, Misiones, Corrientes y Entre Ríos.”

La debilidad del federalismo.

Lamentablemente , el vigoroso impulso federal solo pudo aglutinar ( y no por mucho tiempo) a la Provincia Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba. Inmensa frustración ( y origen de problemas futuros para el caudillo oriental) fue la actitud del Paraguay de mantenerse aislado de la revolución rioplatense, cuando Artigas pensaba que su incorporación era clave para la extensión y consolidación del sistema federal. Buenos Aires , salvo episodios de conciliación que pueden considerarse como el aprovechamiento de treguas cuando estuvo a punto de ser derrotada ( en abril de 1815, motín de Fontezuelas) mantendrá una hostilidad creciente. Estará dispuesta a la amputación del territorio : en junio de 1815 la misión Pico-Rivarola se presentará ante Artigas con la tentadora oferta de que éste se quede con la Provincia Oriental, Entre Ríos y Corrientes. El Protector rechazará firmemente estas propuestas que desnaturalizaban por completo su idea de constituir una patria americana unida y viable. Luego Buenos Aires, pasará a la guerra solapada o directa. El campo de batalla principal fue la provincia de Santa Fe, llave del acceso al interior argentino. Un interior argentino donde la figura dominante era San Martín. Este no comulgaba con los peores excesos de un centralismo de camarillas, pero detestaba el sistema artiguista por republicano y popular, haciendo todo lo posible para evitar el “contagio” de las provincias por él controladas ( San Juan, San Luis, Mendoza) mientras preparaba su expedición contra los españoles de Chile y Perú.

El otro elemento de debilidad estaba en el interior mismo de las provincias( incluida la propia Provincia Oriental) : oligarquías urbanas o poderosos caudillos rurales, adherían al federalismo como alternativa pues les daba el poder directo en sus pagos. Pero no existía una comprensión profunda de la concepción artiguista. De allí que cuando la suerte de Artigas cambie, golpeado duramente por las derrotas militares, por la pérdida del puerto de Montevideo en 1817, muchos comenzarán a pensar en “arreglarse” solos, sin los sacrificios que imponía el cumplimiento del ideal del Protector. De allí que lentamente alrededor de Artigas comience a respirarse un aire de traición, que a la postre hará caer por su base a tan generoso sistema.

La política económica federal :¿Antecedente del Mercosur ?


De ninguna manera. Se inspiraba en la tutela de las producciones artesanales frente a la introducción de similares competitivas y al estímulo de la producción exportable, con la clave de que todo el manejo económica interno quedaba en manos de los nacionales. Los extranjeros (ingleses, norteamericanos en su mayoría) podían operar exclusivamente en los puertos ; hacia el interior del territorio se les prohibía terminantemente. El proyecto económico plasmado en el Reglamento Aduanero del 9 de setiembre de 1815, encierra la ambición de generar un sólido espacio nacional en base a las provincias que en ese momento adherían al sistema pero con ventajas inmediatas para todas las demás, en una clara orientación americanista.
Como explican Barrán y Nahun, el reglamento crea una especie de “unión aduanera” en la cual las provincias autónomas integran un único organismo económico dirigido por los americanos. Se prevenía así la infiltración de los poderosos comerciantes extranjeros - cosa que ocurría en Buenos Aires - para evitar que esos intereses pasaran a controlar el nervio vital de la economía nacional. Se trató de hacer prevalecer en el plano económico la justicia e igualdad, único ideal posible de una auténtica revolución con fuertes raíces populares. Pero Artigas no pudo hacer triunfar su sistema : la oligarquía porteña y el imperialismo europeo(anglo-portugués) eran demasiado poderosos. Y ambos no estaban dispuestos a ver que se les escapaba una fracción tan importante del mundo. La gran conspiración se puso en marcha a mediados de 1815.

El fogón de Artigas - La Provincia Oriental autónoma (II)

“...con prevención que, los más infelices serán los más privilegiados.” ( Art. 6º del Reglamento del 10 de Setiembre de 1815)

Proceso de creación del Reglamento.

Uno de los puntos esenciales que debía atender el gobierno patriota era la situación de la campaña , realmente desastrosa luego de los años de guerra. Desde 1813 con el primer gobierno patriota de Canelones había existido preocupación al respecto. Desde agosto de 1815 Atraigas instaba a tomar medidas para repoblar las estancias, alarmado por la disminución del stock ganadero, base esencial de la riqueza de la provincia. El 11 de agosto de 1815 , se reunió en Montevideo una asamblea de grandes hacendados en presencia del alcalde provincial, Juan de León y del Comandante de Armas, Fructuoso Rivera. Los grandes hacendados deseaban que se pusiese orden en la campaña y en ese sentido enviaron una delegación a Purificación, integrada por León Pérez y Juan de León . De las deliberaciones llevadas a cabo con Artigas, es que surgió el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de su Campaña y Seguridad de sus Hacendados, el 10 de setiembre de 1815. Lucía Sala, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre, sostienen que en este reglamento “se encuentran reflejadas ante todo, las ideas del hombre más avezado y conocedor de los problemas de la campaña y de las masas campesinas trabajadoras : José Artigas.”

No solo de orden vive el hombre.

Como sostiene el historiador Luis Carlos Benvenuto,el reglamento, verdadera ley agraria artiguista, acometió con decisión el “arreglo de los campos” pendiente de la época colonial y frustrado precisamente por la oposición de los grandes hacendados. En ese sentido estaba el antecedente del proyecto de Félix de Azara del 1800, con quien había colaborado ampliamente Artigas como ayudante. Ahora al frente del gobierno oriental Artigas recapitulará el tema del arreglo de la campaña a la luz de las nuevas circunstancias creadas por la revolución. Y es en ese contexto que surgirán diferencias con el enfoque de los grandes hacendados patriotas. Los hacendados vinculados al poder español y/o porteño, habían emigrado dejando sin atender sus estancias, la mayoría de las cuales eran inmensos latifundios. Para los grandes hacendados patriotas había llegado el momento del orden ; para Artigas, sin dejar de lado este problema crucial, todo pasará antes por una política de justicia social hacia los patriotas pobres, los que más se habían sacrificado para lograr el triunfo de la revolución. De allí surgirán graves divergencias, pues los hacendados orientales que habían adherido a la revolución cuando el régimen español amenazó su derecho de propiedad - o la expectativa de tal - no podían conformarse con un sistema que se basaba en la confiscación sin indemnización de los enemigos de la revolución para darle la tierra y los ganados a los pobres. Para el reglamento los más infelices debían ser los más privilegiados. “En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios : y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados en suertes de estancia...” “Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos, y peores americanos, que hasta la fecha no se hallen indultados por el Jefe de la Provincia para poseer sus antiguas propiedades.”

La justicia según la revolución artiguista.

En la obra fundamental elaborada por Sala, Rodríguez y De la Torre , se sostiene que el Reglamento se proponía solucionar los problemas más urgentes que se planteaban a la Revolución. De ahí que coexistan medidas transitorias y profundas, para afirmar definitivamente la “causa de los pueblos”. Es un durísimo instrumento político y revolucionario para castigar a los enemigos de la revolución y de la provincia. Por otro lado beneficia a todos los patriotas, especialmente a los pobres ; aquellos infelices relegados durante el período colonial por razones raciales (negros, zambos,indios) o económicas, (los criollos pobres). “El reglamento aparece pues como el programa económico social de la revolución, enderezado a cortar el nudo principal de las contradicciones que atenazaban la sociedad criolla : el problema de la propiedad de la tierra y el de la producción ganadera. Y al mismo tiempo , se dirige a asentar sobre la tierra los pobres del campo, creándoles las condiciones para su bienestar y trabajo libre, y a erradicar las viejas y ahora parasitarias y contrarrevolucionarias formas de existencia marginales de la producción : bandidismo, contrabando, corambre ,etc.) “ (L.Sala).

Al confiscar las propiedades de los enemigos, la dureza de la revolución oriental al respecto no tiene nada que ver con la gratuita venganza. Lo que luego será una situación trágicamente común en el Uruguay independiente, de las luchas civiles entre blancos y colorados, estaba específicamente desterrado en el reglamento artiguista : ni las esposas ni los hijos de los enemigos pagarían la culpa política de los padres. Para ellos, el reglamento ofrecía exactamente lo mismo que se ofrecía a los patriotas pobres, atendiendo a sus necesidades de acuerdo con el número de hijos.

El choque con los grandes hacendados y los caudillejos locales.

Los grandes hacendados solo proponían un camino : la “policía de la campaña” ; los caudillejos locales impulsados por los especuladores montevideanos solo conocían de la arbitrariedad para repartir tierras y apropiarse de los ganados en su beneficio. Artigas por el contrario comprendió que el problema de la campaña oriental, era el problema de cómo solucionar las necesidades de la mayoría de su gente. De allí el propiciar el acceso libre, democrático e igualitario de todos los patriotas a la propiedad de la tierra. “Tierra libre y hombres libres eran una sola ecuación : el Reglamento Provisorio de 1815 fue la más avanzada y gloriosa constitución que conocieron los orientales.” (L.Sala)

El ejemplo del pardo Encarnación : la tierra para los paisanos.

En los pagos de Soriano, un hombre valiente hasta la osadía, luchador sin descanso contra los opresores, “pardo” analfabeto , de mestizaje intrincado, que había sufrido en carne propia todas las opresiones y las humillaciones del régimen español, Encarnación Benítez, se transformó en el portavoz de la revolución agraria radical que se hizo cuerpo en el Reglamento del 10 de setiembre. Por haber luchado por la tierra, y por que se aplicara el Reglamento concitó el odio de los hacendados ricos “patriotas” y su nombre pasó a engrosar el ambiente de la “leyenda negra” en que sus enemigos pretendieron sumergir la figura de Artigas, durante muchas décadas. Encarnación sufrió el denuesto perseverante de la historiografía oficial. En un plano menor el odio de clase lo calificó también de “anarquista”.

Encarnación tenía sus defectos como cualquier ser humano ; no era un paradigma evangélico, con todos los vicios y virtudes de las masas de criollos pobres que lucharon por la causa americana. Pero en el momento revolucionario será intransigente, sin que le pese su analfabetismo ,en comprender las necesidades de sus paisanos. Así logró , intuitivamente, unir dos cosas que en la revolución americana corrían por separado :la revolución nacional por la independencia y la revolución social de los explotados del campo. De allí sus conflictos violentos con los grandes hacendados , que manejaron con parsimonia la aplicación de un reglamento con el cual en el fondo de sus corazones no estaban de acuerdo. Encarnación jaqueado por los poderosos en sus pagos de Soriano, le informó a Artigas de lo que allí estaba sucediendo. Y Artigas, el 3 de febrero de 1816, habló una vez y habló para siempre : en un todo de acuerdo con lo pedido por Encarnación exigió que se diese satisfacción al “clamor de los vecinos”. Demostraba así el Caudillo , saber donde estaba la justicia de la revolución y resueltamente se ponía al frente de los pobres.

Muchos de la “clase principal” , de Montevideo y de la campaña, empezaban a rumiar, discretamente, que tal vez , definitivamente, Artigas ya no era el hombre de “su” confianza...

El fogón de Artigas - La Provincia Oriental autónoma (I)

“Con esta fecha doy mi última providencia...y si no veo un pronto y eficaz remedio, aguárdeme el día menos pensado en ésa. Pienso ir sin ser sentido, y verá usted si me arreo por delante al gobierno, a los sarracenos, a los porteños y a tanto malandrín que no sirven más que para entorpecer los negocios”. (Carta de Artigas a Rivera, noviembre de 1815).

Los lineamientos del gobierno artiguista.

En marzo de 1815 las fuerzas artiguistas ocupaban Montevideo. El comercio paralizado comenzaría lentamente a recuperarse. Largos años de guerra habían destruido prácticamente la explotación ganadera organizada, dando lugar a la caza incontrolada del ganado. Las masas rurales, movilizadas para la guerra, habían abandonado el trabajo regular. La historiadora Lucía Sala señala que “ La miseria alcanzaba a la mayoría de la población. La importancia que en el movimiento artiguista tenían los pequeños hacendados , como así también la tradición antilatifundista, el democratismo rousseauniano revolucionario y el papel cada vez mayor de las peonadas, negros e indios en el ejército - incluyendo los guaraníes misioneros - iban a contribuir a que la solución de los problemas se hiciera por un camino avanzado, rompiendo los elementos más retardatarios de la vieja estructura heredada.”

La solución de los problemas económicos iba a estar estrechamente relacionada con la política social que define al artiguismo. Distintas disposiciones limitaron el comercio inglés a los puertos y reservaron a los nacionales el tráfico interior y las manufacturas. También se excluyó las formas de acumulación a través de los negocios con el estado, la deuda pública y los abastecimientos. Artigas mismo separó a Otorgués, el comandante de las tropas que entraron en Montevideo, por haber permitido los negocios de ciertos impacientes patricios que se habían aprovechado de sus cargos públicos, a la vez que enfrentó la tendencia de algunos oficiales a negociar de manera no muy clara con los cueros de los ganados que faenaban para la manutención de las tropas. Además, quería eliminar la forma de explotación depredatoria del ganado, y establecer un riguroso control de las finanzas de guerra, exigiendo para ello una aplicación estricta de impuestos y contribuciones, los que trató de reducir al máximo. En suma, pretendía imponer un sistema económico y financiero que excluyera la especulación y los negociados, que constituían las actividades más “rendidoras” en época de guerras.

El conflicto con el patriciado.

Carlos Anaya nos dice que fue hacia 1815 que el patriciado montevideano abandonó a Artigas y el memorialista Ramón de Cáceres registra la reacción indignada de Francisco Javier de Viana ante el hecho de que alguien pudiera creer que un Viana podía servir bajo las órdenes de un Artigas...
Como señala Carlos Real de Azúa en su brillante obra “El Patriciado Uruguayo”, “Es seguro, sí, que las características que el artiguismo portaba : desorden inmediato, irrupción física del campo en la ciudad, política agraria, presencia de las clases desposeídas, alardes igualitarios tuvo que distanciar al Patriciado montevideano del Jefe de los Orientales y preparar la hostilidad que siguió.

1815 es un año capital para estudiar, rastreando a través de hechos muy mal conocidos, esta enemistad recíproca, larvada primero, desembozada después entre Artigas y el Patriciado montevideano.”
Es bueno recordar que Artigas, desde el comienzo de la revolución de 1811 nunca más volvió a estar en Montevideo, ciudad por la que sentía un particular rechazo. Otorgués, pariente de Artigas, paisano crudo y bueno para la guerra, estará en el centro de la intriga de los patricios. Sin experiencia para la política, será tironeado por gente inescrupulosa como Lucas Obes o Juan María Pérez, quienes escudándose en el poder del Gobernador artiguista, pretenderán llevar adelante su política intereses egoístas. La clase dirigente montevideana le devolvía a Artigas la hostilidad. “Cuando en 1817, el Cabildo de Montevideo salga a recibir a Lecor y afirme que sólo por temor y por fuerza había obedecido al Precursor, hacía años, probablemente, que no hablaba con tanta sinceridad.” - señala Real de Azúa.

Artigas gobernó desde Purificación.

Para comprender este período es imprescindible tener en cuenta que la ciudad de Montevideo durante casi 4 años había sido un baluarte del poder español, provisoriamente derrotado en 1814, pero que amenazaba desde España con el envío de una expedición reconquistadora. El destino de la misma podía ser el Río de la Plata o Venezuela, donde finalmente se dirigió, desatando una feroz represión que entre otras calamidades, provocará el segundo exilio de Simón Bolívar . Esto explica el acercamiento entre Artigas y las nuevas autoridades de Buenos Aires (luego del motín de Fontezuelas que provocó el alejamiento de Alvear del Directorio) basado en el común interés de evitar una derrota de la revolución rioplatense y americana , más allá de las divergencias en cuanto a la organización del nuevo régimen que se mantenían. Para Artigas, el neutralizar cualquier acción contra revolucionaria de los españolistas montevideanos se va a constituir en una verdadera obsesión. Artigas fue extremadamente duro con ellos y exigió que los elementos más peligrosos que no habían emigrado fueran enviados a su campamento para evitar cualquier riesgo y “purificar” a la revolución.

Purificación es todo un símbolo del artiguismo, “campamento de hileras de tiendas de cuero y de chozas de barro”, donde en la mayor pobreza, pero con la mayor dignidad,se llevaba adelante el gobierno de la Provincia Oriental y de la Liga Federal. “El excelentísimo señor Protector de la mitad del nuevo mundo estaba sentado en una cabeza de buey, junto a un fogón encendido en el suelo fangoso de su rancho, comiendo carne de asador y bebiendo ginebra de un cuerno de vaca. Lo rodeaba una docena de oficiales andrajosos.”- testimonia el inglés Robertson, detenido por fuerzas artiguistas en tráficos comerciales no muy santos.

Como sostiene Carlos Machado, dos características definen a su gobierno : la orientación popular, expresada en todas las medidas a favor de los más desamparados, desde los indios y negros hasta los criollos pobres - política repudiada por el patriciado montevideano - y la severidad, con firmeza revolucionaria, manifiesta en sus órdenes contra los enemigos de la revolución, protegidos por buena parte del Cabildo montevideano entre los que tenían parientes y amigos, o ávidos protectores que deseaban traficar con sus propiedades, en lugar de que éstas fueran otorgadas a los pobres.

El territorio quedó dividido en dos jurisdicciones : al norte del Río Negro gobierna directamente Artigas ; al sur se instala - luego del efímero y conflictivo gobierno de Otorgués - el Cabildo Gobernador elegido por los pueblos de la campaña además de Montevideo, cercenando las expectativas políticas y económicas del patriciado de la orgullosa ciudad. Como representantes de confianza envió a Miguel Barreiro y a Fructuoso Rivera, encargados de ser el enlace con Purificación. “Por supuesto el Jefe se reserva la suma del poder : revoca decisiones, legisla, juzga y ordena. Un par de veces debió sentenciar en litigios entre sus comandantes y el Cabildo...” - comenta Machado - “Y formula severas amenazas ante las dilatorias del Cabildo para ejecutar sus ordenanzas : “Me hacen creer que entrando en esa plaza (Montevideo) todos se contaminan...”

Estaba todo por hacer.

La actividad del gobierno artiguista, en el corto período en que pudo aplicarse en paz (apenas desde marzo de 1815 hasta julio de 1816 cuando comenzó la invasión portuguesa) , asombra por lo complejo de los temas que intentó solucionar. Artigas era consciente del desafío y supo que no todo podía llevarse adelante. Fiel a la consigna que señala Robertson -“Vamos despacio que estoy de prisa”- privilegió ciertas cosas que podían traer la recuperación de la Provincia Oriental, al tiempo que aportar la necesaria justicia social con los más débiles de la sociedad. Por ello un resumen de su gobierno pasa por resaltar :
1)La atención a la campaña en el Reglamento del 10 de setiembre de 1815  y demás disposiciones entre las que se destacan las referidas a los indios ; 2) La regulación del comercio con extranjeros, especialmente norteamericanos e ingleses ; 3) La acción de la marina mercante fluvial , que a partir de la Comandancia establecida en Montevideo, tendrá una acción importantísima en la economía de la Liga Federal ; 4) La habilitación de escuelas primarias y su provisión de útiles y demás elementos necesarios para la enseñanza, en los más alejados rincones de la campaña ; 5) la instalación de la Biblioteca Pública, el 26 de mayo de 1816, con la consigna famosa de “Sean los Orientales tan ilustrados como valientes” ; 6) el funcionamiento de la Imprenta recuperada en las negociaciones con los porteños, donde se intentó llevar adelante la publicación del “Periódico Oriental” ; 7) reorganización administrativa imprescindible del Comercio, las Rentas de Aduana, la autonomía de la Iglesia, la administración de los Correos, la atención a la salud pública a través de la difusión de la vacuna contra la viruela.. todo con el criterio de que “los cargos que da la Patria a sus hijos son de honor y empeño por la felicidad pública”...

En la próxima analizaremos la esencial política agraria artiguista.

El fogón de Artigas - Revolución en la revolución: la siembra del federalismo

“El poder de los Tiranos no es bastante a contrastar el furor de los hombres libres.” (Artigas al Cabildo de Corrientes, 21 de enero de 1815).

La hora de los equívocos.

A partir de las resoluciones adoptadas en el Congreso de Tres Cruces, Artigas comunicó a Rondeau que estaba autorizado a prestar el reconocimiento requerido por el gobierno de Buenos Aires. De las conversaciones se llegará a la firma de tres tratados, donde se establecerán los contenidos aprobados en el Congreso , sobre la organización de la Provincias Unidas en base al pacto confederativo. Fue a partir de la firma de estos tratados, que en un ambiente de equívocos y desconfianzas mutuas, las relaciones con Buenos Aires se irán degradando inexorablemente.

Es evidente que Rondeau no tenía facultades para firmar acuerdos que sobrepasaban las instrucciones recibidas desde Buenos Aires, que simplemente lo autorizaban a tratar con Artigas la solución de los “pequeños” problemas puntuales suscitados en el período anterior. El Triunvirato objetó los “tratados” y los elevó a la Asamblea Constituyente. Consideraron que era en ella que se debían discutir esos temas referentes a la organización nacional. Desde el punto de vista de la concepción política porteña la objeción era sólida : la organización del Estado correspondía a la Asamblea. Las concesiones hechas por Rondeau a Artigas alteraban , desde este punto de vista, el orden establecido en las Provincias Unidas.

La intransigencia del centralismo : esos diputados no entran.

A éste hecho, se unirá el tema verdaderamente irritante del rechazo de los diputados orientales. Las razones aducidas eran formales y en ese sentido, válidas. Pero otras provincias eligieron sus diputados, con iguales o peores vicios de forma y fueron aceptados. Aquí cabe preguntarse : ¿por qué los orientales no cumplieron con el reglamento electoral elaborado en Buenos Aires ? La respuesta hay que buscarla a varias puntas : afirmación de la autonomía, criterio de representación ( los diputados son tantos como los Cabildos que existían en la Provincia Oriental) y también el juego político , en el que Artigas apostó a tener seis votos orientales para unirlos con los diputados partidarios de San Martín y los de otras provincias - por ejemplo , el Paraguay, a pesar de que en definitiva éstos no concurrieron.

La razón profunda del rechazo se debió - sin ninguna duda - a la orientación doctrinaria que llevaban esos diputados, al pacto condicionante para la organización nacional que cuestionaba el proyecto centralista.

Artigas, convencido de la justicia de sus planteamientos políticos, entró en el juego de las objeciones formales. Hizo regularizar los nombramientos y ante el asombro e indignación de los orientales, el rechazo se mantuvo. Aquí, mal aconsejado - misión de un Larrañaga muy conciliador, que ocultó a Artigas el ambiente de abierta hostilidad que había hacia él en las esferas del gobierno bonaerense - aceptó que la situación se destrabase en base a la realización de un nuevo congreso. Grave momento de duda y debilidad de Artigas, que llevará a nuevas y dolorosas rupturas, no solo con Buenos Aires, sino también entre los propios orientales.

El Congreso de Capilla Maciel

A fines de agosto, Artigas y Rondeau acordaron convocar un nuevo Congreso provincial, que se reuniría bajo la presidencia de Rondeau, con el fin de establecer un nuevo gobierno provincial y decidir acerca de los nuevos diputados a enviar a la Asamblea Constituyente. Las instrucciones recibidas por Rondeau son un modelo de doble discurso manejado desde Buenos Aires ( redactadas por Valentín Gómez) para neutralizar y dejar de lado a Artigas y quienes lo apoyaban. Artigas puso como condición que los diputados que participarían en el nuevo Congreso partieran del conocimiento de lo actuado en el de Tres Cruces. Elemento mínimo de asegurar su influencia, ante una situación que le era completamente desfavorable, desde el momento que aceptó la reconsideración de lo actuado.

Estos hechos agudizaron las tensiones entre los orientales. La composición social del Congreso que se reunirá entre el 8 y el 10 de diciembre en la Capilla Maciel, no difiere de la de Tres Cruces. Representan a los integrantes de la clase alta oriental, que apoyaron el autonomismo de abril a condición de que no representara demasiados sacrificios. Como señala Lucía Sala, “Aunque parece evidente que se ejerció presión sobre los diputados, también es claro que las clases privilegiadas orientales no estaban dispuestas a adoptar una actitud intransigente como la que seguía el movimiento artiguista.”

Artigas, ante la evolución del Congreso, reclamó por la violación de lo acordado con Rondeau, protestando en forma airada. Todo lo resuelto en Tres Cruces, fue negado en Capilla Maciel. Ante estas circunstancias que lo desbordaron, Artigas tomó la grave resolución de negar validez al Congreso. Se dirigirá a los pueblos, y los pueblos lo apoyarán desautorizando a Rondeau , quien pretendió reaccionar enviando piquetes de fuerza armada para obligar a aceptar lo resuelto bajo su mando.

Momento delicadísimo en la trayectoria de Artigas. Durante más de un mes buscará fórmulas conciliatorias que eviten la ruptura, pero que no signifiquen abandonar los principios esenciales de la libertad de los pueblos y sus consecuencias. Al fracasar todos los intentos, Artigas resuelve su retirada personal del sitio de Montevideo : es la marcha secreta cumplida en la noche del 20 de enero de 1814. Tras el caudillo, partirán las tropas orientales, siguiéndolo instintivamente.

La guerra civil contra Buenos Aires.

Artigas juzgó -con razón, según explican Reyes Abadie, Bruschera y Melogno - que no había otro camino para asegurar el respeto de la autonomía de decisión del pueblo oriental, que imponer militarmente al centralismo porteño, el reconocimiento de la soberanía de los pueblos.

Por eso Artigas marchará hacia el Litoral, zona en la que junto con sus orientales no es un extraño. Desde el exilio en el Ayuí, los pueblos hermanos lo conocen, respetan y comienzan a admirarlo. Ellos también tienen los mismos problemas que los orientales. Hasta ahora esa percepción oscura de sus necesidades careció de un caudillo que los represente. Ese será el papel de Artigas. Al frente de esta causa federal, que significa auténticamente una “revolución en la revolución” gestada desde mayo de 1810, contará con apoyos sustanciales en el litoral para doblegar a un gobierno cada vez más ajeno a los intereses populares.

La actitud de Artigas, condenado como “traidor a la patria” por el flamante Director General de Buenos Aires, Posadas, logró frustrar un nuevo intento de armisticio con los españolistas de Montevideo, que en la mayor discreción, tramitaban los emisarios bonaerenses (Sarratea por mayores datos) en Río de Janeiro.

El período que se extiende hasta febrero de 1815, es uno de los más dramáticos y difíciles protagonizado por Artigas, si exceptuamos claro está , la fase final de su trayectoria. La lucha final contra Montevideo quedará en manos de los porteños y una vez que éstos ocuparon la ciudad, volcaron todo su poder militar en la liquidación de la resistencia artiguista. Para los montevideanos, testarudamente fieles a España, el gobierno porteño inspirado en su nueva figura descollante, Carlos María de Alvear, será una pesadilla. Con el transcurso de los meses solo mantendrán su adhesión a Buenos Aires quienes dependen de él por sus cargos y reciben prebendas. El conjunto de la población montevideana que no tiene simpatías por el artiguismo, terminará apoyándolo transitoriamente por considerarlo como un mal menor frente a los porteños.

Luego de varios combates, en los que Artigas y sus partidarios tuvieron serias dificultades ; matizados con negociaciones contradictorias, la victoria de Guayabos en enero de 1815 inclina la balanza a favor del federalismo. En marzo de 1815, Montevideo fue ocupado por las tropas orientales , a cuyo frente viene Otorgués. El 26 de marzo de 1815 el pabellón artiguista ondeará al viento sobre los muros de la orgullosa ciudad. Por entonces, la influencia de Artigas se extiende más allá del Uruguay, en el Paraná (Entre Ríos, Corrientes, Misiones) y más allá, hasta Santa Fe y Córdoba.

Al parecer, han llegado los tiempos del triunfo y de poner en práctica las ideas elaboradas en beneficio de los pueblos liberados de España y del Centralismo porteño. ¿Podrá llevarse adelante el generoso programa artiguista ?

El fogón de Artigas - La hora de las definiciones políticas

“Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana.” (Artigas al Congreso de Tres Cruces, 5 de abril de 1813).


El reconocimiento a la Asamblea Constituyente

La Asamblea Constituyente convocada por el nuevo Triunvirato, surgido del movimiento del 8 de octubre de 1812 en Buenos Aires, ya había comenzado a funcionar en los días en que el conflicto entre Artigas y Sarratea estaba en su fase más dura. Desde la propia Asamblea ,se envió al comisionado Pedro Vidal para que persuadiera al jefe de los orientales en cuanto al reconocimiento a la misma. Sin embargo, ni Vidal ni Rondeau, comandante en jefe del ejército sitiador luego de la remoción de Sarratea, pudieron lograr que Artigas se comprometiera personalmente. Su concepción era que la resolución correspondía a los orientales y en ese sentido anunció a Rondeau que había convocado un Congreso para resolver sobre un punto tan vital que solo podría ser tratado por un organismo representativo.

El pueblo oriental es quien debe resolver.

Artigas envió una circular el 21 de marzo convocando a los pueblos a elegir sus diputados para el Congreso que se reuniría en su alojamiento, ubicado en la quinta de Manuel José Sainz de Cavia, en el paraje conocido por Tres Cruces. (Ubicado en el emplazamiento que ocupa actualmente el Hospital Británico. Queda como testimonio de la quinta la construcción del “Palomar”, donde funciona una biblioteca pública). Concurrieron diputados que directa o indirectamente representaban a todas las regiones de la Banda Oriental, incluyendo la propia ciudad de Montevideo, por más que ésta estaba ocupada por los españolistas. Es interesante destacar que los diputados electos representan - desde el punto de vista social - a la clase alta oriental , hacendados y comerciantes , con predominio de los primeros, quienes justamente venían de tener actitudes vacilantes en las duras peripecias del exilio. León Pérez, Juan José Durán, Pedro Fabián Pérez, Ramón de Cáceres, Francisco Bustamante, Pedro Vidal, Félix Rivera, Martínez de Haedo, Antolín Reyna, junto a Dámaso Larrañaga, sacerdote y sabio muy respetado y el joven Miguel Barreiro, estudiante de teoría política, son algunos de los representantes que señalan los documentos, integrantes todos de esa clase principal. Son hombres cuyos intereses y mentalidad, los lleva a aceptar , en esta instancia, el programa autonomista de Artigas que por el momento coincide con sus aspiraciones. ¿Hasta cuándo estarán dispuesto a seguirlo ? ¿Cuántos sacrificios volverán a ofrecer a la patria para concretarlo ? Las respuestas irán apareciendo a lo largo de este fundamental año de 1813.

La hora de las definiciones políticas

El Congreso comenzó sus deliberaciones el 5 de abril, luego de sufrir postergaciones debido a torrenciales lluvias que dificultaron la llegada de los diputados. Artigas abrió el Congreso con su recordada “Oración inaugural” en la que expresó los motivos de la convocatoria, propuso el temario a discutir y trazó en palabras claras y precisas su posición frente al punto central del Congreso : el reconocimiento a la autoridad reunida en Buenos Aires. Los historiadores lo consideran como un discurso bien administrado, combinando el sentimiento y la razón, que apeló tanto al sentido común como al patriotismo. Sus conceptos constituyen la primera expresión pública de las ideas de Artigas sobre la libertad provincial y la democracia.

Artigas comenzó subrayando la naturaleza de su autoridad, de raíz electiva, y que cesaba automáticamente en el instante de reunirse la representación popular. Por ello el reconocimiento a la Asamblea era un asunto a deliberar por ellos, pues el no tenía facultades para esa determinación. Además si la Asamblea era reconocida, se debía decidir sobre el número y la elección de los diputados a enviar a la misma. En tercer lugar, debía establecerse una autoridad Provincial para atender a la recuperación de la economía tan deteriorada por los episodios bélicos.

En la segunda parte de su discurso, Artigas planteó sus opiniones. Las bases de su pensamiento político quedaron expresadas en pocas frases contundentes : la necesidad de asegurar la libertad de los pueblos a través de una constitución que evitara los males de los desbordes de poder. Artigas consideró que no se debía obedecer a la Asamblea, sin establecer condiciones que garantizaran aquellos principios. Garantizar los resultados del reconocimiento no era de ningún modo negar el mismo o alentar cualquier tipo de separación nacional, como van a sostener - sistemáticamente - la dirigencia centralista porteña. En la idea artiguista quedaba salvaguardado el principio de la unidad nacional rioplatense, primero a través del pacto -garantía preconstitucional - y luego con Constitución que armonizara la soberanía particular de los pueblos con la unidad de la nación, alejando todo intento de dominio hegemónico y aún los desbordes provocados por la “veleidosa probidad de los hombres”...

Luego de su discurso, Artigas se retiró de la reunión. De la deliberación de los diputados ,surgió el acuerdo de reconocer a la Asamblea con “condiciones”. Para redactar las mismas se reunió una comisión que aprobó un texto con ocho puntos. Los cinco primeros se refieren a los reclamos ya planteados a través de la misión García de Zúñiga, que seguía sin recibir respuesta desde Buenos Aires. La claúsula 8a. resolvía el tema de los diputados orientales a enviar a la Asamblea. Las claúsulas 6a. y 7a. son fundamentales pues en ella se sintetiza el pensamiento político federal. Las mismas desarrollan la definición autonomista de la “SOBERANÍA PARTICULAR DE LOS PUEBLOS” como objeto de la revolución y desembocan en la necesidad de celebrar un PACTO CONFEDERATIVO, previo a la CONSTITUCION, que debía tener por base la LIBERTAD, LA PLENA AUTODETERMINACION DE LOS PUEBLOS.

Independencia, República, Federación.

LA ORIGINALIDAD DEL ARTIGUISMO - según señalan Reyes Abadie, Bruschera y Melogno - es el lograr una fórmula que concilia la UNIDAD EN LA DIVERSIDAD, que le daba a los pueblos BASES PARA LA LIBERTAD Y GARANTIAS DE SEGURIDAD.

Sobre éstas bases el pueblo oriental estuvo dispuesto a reconocer a la Asamblea Constituyente.

Los diputados orientales concurrirían a la misma munidos de INSTRUCCIONES, mandato imperativo, sobre temas a plantear y las directivas que deben seguirse. Por ello son el mejor elemento de síntesis del pensamiento político del artiguismo hasta 1813. En ella se plantearon, con total claridad los principios de la INDEPENDENCIA DE ESPAÑA, LA FORMA REPUBLICANA DE GOBIERNO , LA ORGANIZACIÓN FEDERAL RIOPLATENSE, EL DERECHO DE LOS PUEBLOS A GUARDAR ARMAS Y LA ERRADICACION DEL DESPOTISMO MILITAR. Todos temas que desde Buenos Aires o bien no se manejaban con la tajante claridad que exigirá de aquí en adelante el artiguismo , o bien se era radicalmente contrario: la independencia será considerada un tema molesto ( a Inglaterra - muy influyente en los círculos porteños - en ese momento no le interesaba) ; muchos ya pensaban en una monarquía con un estado jerarquizado para aplacar a los díscolos ; el federalismo se percibe como una anarquía peligrosa frente a la que hay que afirmar el estado unificado desde la capital.

De la Banda Oriental a la Provincia Oriental.

Es en el Congreso de Tres Cruces que efectivamente surge la Provincia Oriental, compuesta de Pueblos Libres, con vocación de hermanarse con las demás del Río de la Plata.

En particular , debe destacarse la importancia de las Instrucciones en cuanto reivindican como territorio propio las tierras ocupadas por los portugueses, las Misiones Orientales, reclamando entonces los límites que correspondían al Tratado de San Ildefonso, último jalón de las negociaciones entre España y Portugal , en su contencioso americano, del cual la Provincia era heredera directa.

También se reclama la habilitación de los puertos de Maldonado y Colonia, ( medida práctica imprescindible pues Montevideo estaba sitiado, pero también clara reacción contra la tradicional absorción portuaria de la campaña por la orgullosa ciudad- puerto) , la eliminación de todo sistema impositivo que dé privilegios al comercio de Buenos Aires y principios de autonomía financiera.

El otro hecho esencial del Congreso de Tres Cruces, se refiere a la sesión del 20 de abril , en donde - con directa participación del vecindario - se resolvió la creación de un gobierno provincial, conocido en la historia como el Gobierno Económico de Canelones ( localidad en la que se radicó), que pese a todas sus dificultades, en el breve período de su existencia, cumplirá un papel de importancia en la afirmación de la autonomía oriental.

Con éstos resultados sobre la mesa, había llegado la hora de la negociación con Buenos Aires, a través de Rondeau, oficialmente facultado para tal misión : los hechos hablarían sobre la sinceridad de la dirigencia porteña en cuanto a su ofrecimiento de hacer las paces con Artigas y los orientales.

El fogón de Artigas - La defensa de la soberanía de los pueblos

“El pueblo de Buenos Aires es y será siempre nuestro hermano, pero nunca su gobierno actual.”
(Artigas a Sarratea, 25 de diciembre de 1812).


Vuelve la guerra contra España

Al firmarse el tratado Rademaker-Herrera, a instancias de la diplomacia inglesa llevada adelante por Lord Strangford en Río de Janeiro, los portugueses se vieron obligados, a partir de mayo de 1812 a retirarse de la Banda Oriental. Volvía a ponerse en el orden del día de la revolución la posibilidad de abrir nuevamente la guerra contra el gobierno españolista de Montevideo. El Triunvirato que oportunamente había tramitado el armisticio, ahora resolvió recomenzar la guerra. Para lograr ese objetivo, destacó hacia la zona del Ayuí a uno de sus miembros, Manuel de Sarratea para ponerse al frente de las operaciones, junto a las tropas porteñas enviadas a la zona y las tropas orientales, presentes en su exilio junto a su Jefe.

La llegada de Sarratea significó, de hecho, la destitución de Artigas en el cargo que el propio gobierno bonaerense lo había designado desde el pasado mes de octubre. Este hecho no podía desligarse del desconocimiento de las reivindicaciones de los orientales a atenerse a sus propias decisiones. Para Buenos Aires el tema era simple : las fuerzas bonaerenses más las orientales debían formar el “Ejército del Norte.”

Sarratea, el intrigante.

Sarratea era un centralista, un astuto diplomático, amigo de Lord Strangford -con quien colaboró para llegar al armisticio- pero no era un militar. Su presencia en el Ayuí se explica justamente, para poner término a la autonomía de hecho con la que se manejaban los orientales y que desde Buenos Aires era vista como un mal ejemplo para el resto de los pueblos rioplatenses.

El campamento de Sarratea se convirtió en un centro de atracción para los orientales que , a pretexto de las fuertes privaciones en que se vivía, estaban dispuestos a aceptar ofertas para mejorar su posición. Sarratea estaba en condiciones de ofrecer ayuda a las familias necesitadas, en tanto que Artigas no contaba con los necesarios recursos. Ese será el instrumento utilizado para intentar debilitar la cohesión demostrada ,hasta entonces, por los orientales en torno a su conductor. Fiel aliado del porteño, fue el Jefe de Estado Mayor Viana, quien logró la defección de Ventura Vázquez, colocado por Artigas al frente del Cuerpo de Blandengues, Eusebio Valdenegro, Pedro Viera y el cura Santiago Figueredo , además de algunos influyentes hacendados que abandonaron el campamento del Ayuí. El Coronel Ramón de Cáceres recuerda que “Desde entonces quizás, Artigas, tuvo predilección por los gauchos, pues le he oído decir que había encontrado más virtud entre ellos que entre los hombres de educación.”

El pueblo oriental es este , reunido y armado.

En esas circunstancias, Artigas presentó renuncia al cargo militar que lo subordinaba a Buenos Aires, quedando a partir de ese momento con la única investidura, popular, de Jefe de los Orientales. Las relaciones se tensaron al máximo. Los orientales deliberaron una y otra vez, decidiendo enviar a Buenos Aires a la misión de Manuel Martínez de Haedo. Los sectores más radicales intentaron constituir una Junta Independiente de Buenos Aires, al estilo de lo que ocurría en Paraguay, pero Artigas logró frenar ésta medida extrema. Artigas confiaba en que, a través de una negociación, podría llegarse a un acuerdo con las autoridades de Buenos Aires. Lejos estaba de su propósito el fracturar el movimiento revolucionario.

El enfrentamiento concreto se da en torno al tema del orden de marchas de las tropas , para reiniciar el sitio a Montevideo. En la concepción centralista de Sarratea, sólo se trata de soldados, ya sea porteños u orientales, al servicio de Buenos Aires. En ese sentido el podía disponer según su leal saber y entender, de cómo debían integrarse los orientales, distribuidos entre los regimientos porteños. En la concepción de Artigas, no existen tropas orientales, sino que el ejército es EL PUEBLO ORIENTAL,REUNIDO Y ARMADO. Cualquier intento de disgregarlo, conlleva la destrucción de la entidad PUEBLO ORIENTAL, formado en las duras experiencias transcurridas. A partir de esta desinteligencia, que aparentemente solo es una disputa por el mando militar, se pondrán en evidencia dos programas radicalmente opuestos.

El centralismo porteño y las alternativas posibles

Por un lado el programa centralista.Llevado adelante por los dirigentes porteños, expresa los intereses estratégicos de la clase comercial porteña y de los hacendados de Buenos Aires. Su objetivo es llevar la guerra contra los españoles, para garantizar la apertura de estos territorios al mercado internacional, conservando la hegemonía de las clases dominantes de la ex-capital virreinal sobre los habitantes del resto del territorio. Son centralistas para imponer la dictadura de la capital -representada en sus clases privilegiadas. Las oposiciones a tal proyecto no se harán esperar. Pero en lo inmediato, los primeros en responder, por su particular situación y por tener a su frente a una personalidad como la de José Artigas, serán los orientales. Justamente, el autonomismo oriental de raíces coloniales, acentuado en la experiencia de la lucha anti-española y anti-portuguesa conducirá a la formulación de un programa de organización nacional, que rechazando el centralismo, evite también los riesgos de la pulverización localista . Ese programa, que comienza a construirse en estas peripecias dramáticas del enfrentamiento de Artigas con Sarratea, descansa en la reivindicación de la soberanías particulares de los pueblos, a partir de las cuales, se edificaría una unidad nacional igualitaria, federalista.

Cambios políticos para lograr la independencia y la Constitución.

El 8 de octubre de 1812, en Buenos Aires se da un movimiento político, el golpe de estado de la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro, que desplaza del poder al equipo que integraba el propio Sarratea. San Martín y Alvear , se convierten en los dirigentes más importantes del gobierno, para impulsar una política revolucionaria clara en torno a dos temas : independencia de España y Constitución, para organizar a las provincias en su nueva vida. No obstante el movimiento se desgastará rápidamente. En especial por el alejamiento de San Martín y la falta de principios y escrúpulos de Alvear. Este ,enviado como mediador al Ayuí, ni siquiera se entrevistará con Artigas , al que denostará públicamente, apoyando abiertamente a Sarratea.

En ese clima, se da el retorno de las tropas para iniciar las operaciones militares contra Montevideo. El enfrentamiento entre Artigas y Sarratea , degenera rápidamente en una larvada guerra civil. En octubre las primeras partidas orientales al mando de Culta han iniciado el sitio contra la ciudad amurallada, pero el grueso de las tropas avanzaba lentamente. Artigas utilizó para defender a su pueblo, tanto la acción militar (quitarle las caballadas a Sarratea) como la negociación.

La semilla del federalismo.

La intervención de mediadores, como Tomás García de Zúñiga, pareció tener éxito al firmarse el llamado “Compromiso del Yi” ,el 8 de enero de 1813. Violado por Sarratea, desencadena las furias de Artigas. La respuesta de Sarratea será el de declararlo traidor a la patria y conspirar para asesinarlo. (Lástima que se equivocó feo, pues confió para esa tarea en Fernando Otorgués, paisano astuto y primo de Artigas por añadidura, quien prestándose al doble juego, desenmascaró los propósitos de Sarratea). La situación llegó a ser tan insostenible que, en definitiva, los propios oficiales del estados mayor porteño, con José Rondeau a la cabeza, decidieron deponer a un jefe tan intransigente como desprestigiado.

Artigas, apoyado ahora por un grupo numeroso de comerciantes, saladeristas y estancieros de extramuros de Montevideo, que no lo siguieron al exilio, pero que han sufrido la represión de Elío y que no desean una guerra civil que los perjudique aún más, enviará a García de Zúñiga a Buenos Aires, con un conjunto de reivindicaciones. Siete de las mismas se refieren a asuntos concretos relativos al enfrentamiento con Sarratea ( reconocimiento del buen nombre de Artigas, devolución del armamento de los blandengues, reconocimiento del carácter auxiliador de las fuerzas de Buenos Aires, etc.) Pero en la claúsula 8ª aparece la piedra fundamental de lo que más tarde será la doctrina federal : “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra Revolución.” A partir de allí , en un plano de igualdad que dejaba de lado las pretensiones hegemónicas de Buenos Aires, se podría integrar sólidamente la nación liberada de opresores.

El 26 de febrero de 1813 Artigas y los orientales se incorporan al sitio. Desde sus azoteas, los montevideanos españolistas, descubren asombrados, que los indios charrúas se han sumado a la lucha.

En el lapso del año que se extiende hasta enero de 1814, el artiguismo expondrá de manera explícita su programa político, y parcialmente el económico. Tal será la tarea del Congreso de Tres Cruces.

El fogón de Artigas - Los Orientales a la intemperie...

“...los hombres respiraban patriotismo hasta por los poros.” (Ramón de Cáceres, Reseña Histórica e Imparcial...)


No todos.

“Orientales, la Patria peligra,
reunidos al Salto volad,
LIBERTAD entonad en la marcha,
y al regreso decid LIBERTAD”.

Con éstos versos que integran su “Marcha Oriental” ,el poeta de la patria Bartolomé Hidalgo, llamaba a todos su compatriotas a unirse en la emigración para resistir a la tiranía y reafirmar la libertad. Porque no todos los orientales estaban allí. Como lo sostiene la historiadora Lucía Sala, estos acontecimientos provocaron las primeras divisiones entre los patriotas. Un grupo integrado por algunos de los expulsados por Elío de Montevideo -letrados, militares, hijos de destacadas familias de la ciudad, en una palabra, integrantes del Patriciado - se fue tras el ejército de Rondeau hacia Buenos Aires. Para ellos la revolución significaba la posibilidad de hacer una rápida carrera, de la que habían sido privados durante el dominio español, lejos de las multitudes paisanas a las que no tenían ninguna simpatía. Oficiales de carrera, ricos abogados, aspiraban a tener un papel relevante en gobiernos donde gente como ellos desempeñasen una función preponderante. Uno de los más destacados, por su juventud, ambición, inteligencia y falta de escrúpulos era Nicolás Herrera, que mientras se dirigía hacia la ex-capital virreinal, veía marchar hacia el norte un conglomerado humano por el que solo sentía desprecio.

Algunos estancieros muy poderosos, que creyeron poder resistir la brutalidad portuguesa, se quedaron. Saladeristas y abastecedores de las tropas, afincados en las afueras de Montevideo, tampoco abandonaron sus residencias. Sufrieron luego en sus personas, algunos a través de encarcelamientos, el rencor de Elío.

A la intemperie.

En carretas , con sus esclavos y ganados, algunos grandes hacendados marcharon tras las tropas artiguistas. Pequeños y medianos estancieros, comerciantes, agricultores, peonadas y esclavos, emprendieron la larga marcha hacia el litoral norte. Atravesaron lentamente el río Uruguay, experiencia que tuvieron que reiterar una vez que fracasó el intento de iniciar la reconquista a principios de 1812, por la continuada presencia portuguesa. En el campamento definitivo del Ayuí , en Entre Ríos, a la intemperie soportaron el invierno de ese año.

Las familias orientales padecieron grandes sufrimientos, pese a algunas ayudas recibidas desde Buenos Aires, posteriormente de Paraguay y de los vecinos de Entre Ríos y Corrientes. Artigas se convertirá en esas circunstancias en el jefe patriarcal , preocupado por todo y por todos, a pesar de que se carecía de lo más elemental, salvo la carne, conmovido por los sufrimientos de la gente. Sin embargo, todos los que visitaron el campamento hicieron notar que paisanos y soldados, soportaban estoicamente y hasta con alegría las duras condiciones de vida, respetando y admirando a José Artigas. ¡ Cuántos amores, cuántos niños nacidos a la luz de las estrellas, cuántos ancianos sepultados lejos del pago, aunque fuese en una tierra amiga ! ¡ Sonrisas y lágrimas de héroes anónimos, que como todos los héroes no sabían que lo eran !

Así los vieron los visitantes.

El Cnel. Nicolás de Vedia dejó el testimonio de cómo los “soldados maniobraban diariamente y hacían ejercicios de fusil y carabina con palos a falta de armas.” También llegó hasta el abigarrado campamento, el emisario de la Junta del Paraguay Bartolomé Laguardia, que escribió testimonios valiosos sobre el exilio de los orientales. “Toda esta costa del Uruguay está poblada de familias que salieron de Montevideo ; unas bajo las carretas, otras bajo los árboles y todas a la inclemencia del tiempo, pero con tanta conformidad y gusto que causa admiración y da ejemplo...La tropa es buena, disciplinada y toda gente aguerrida, la mayor parte compuesta de los famosos salteadores y gauchos que corsaron estos campos, pero subordinados al General, y tan endiosados en él que estoy seguro en que no han de admitir a otro jefe en caso de que Buenos Aires quiera sustituir a éste....El General es hombre de entera probidad...”

El paraguayo tenía una percepción penetrante, pues justamente ese “endiosamiento” de Artigas, era visto desde Buenos Aires con sombrío interés, pues al gobierno de la capital “ no le gustaba de que se hablase a favor del caudillo oriental “y era evidente, que ningún factor externo podría hacer que Artigas dejara de ser el Jefe de los Orientales.

Un gobierno patriarcal.

Artigas propuso al Triunvirato, como forma de obtener recursos para socorrer a las familias que se tomaran las rentas eclesiásticas y los bienes de los enemigos. Todos los gastos superfluos fueron eliminados, “quitándose el exceso en todo”. Pero todo era poco para alimentar y vestir a miles de compatriotas , muchos “enteramente desnudos rodeados de una familia numerosa que es la imagen de la indigencia...”

No obstante las dificultades, pudo instalar el hospital , en donde casi de limosna se acopiaron algunas medicinas ; y una armería, para la cual se echó mano al “ fierro” de las carretas y a todo lo inútil que pudiera volver a servir, “sacando recursos de la imposiblidad misma”. Las miserias no atenuaban el rigor de la disciplina más estricta. Artigas era inflexible en el castigo de los delitos, especialmente el hurto, nunca tan odioso como en esas circunstancias, y los asesinatos.

El primer censo de los orientales.

Como expresan Reyes Abadie,Bruschera y Melogno, en las difíciles circunstancias de estar buscando el lugar definitivo donde asentar al pueblo emigrante, Artigas dispuso que se confeccionara el “padrón” de las familias, que posteriormente remitió al gobierno de Buenos Aires. En él se registran más de 800 familias -a las que se censa distinguiendo hijos mayores y menores, y esclavos de uno y otro sexo- con 4.031 personas, y 845 carruajes, haciéndose la salvedad de que el Padrón no comprende un “número considerable de familias por hallarse distantes los carruajes, ni los hombres sueltos agregados a ellos y empleados en caballadas : por un cálculo arreglado ascenderán a 100 las carretas que no se han expresado, además de otras que van llegando de nuevo de varios puntos de la costa del Uruguay.”

“De todos los testimonios que nos han quedado sobre el Exodo”- sostiene Pivel Devoto -ninguno como éste capaz de trasmitir con mayor poder de sugestión lo que pudo ser aquel hecho. Los nombres de los pobladores asocian en la memoria el pago donde estaban afincados hasta el momento en que abandonan todo ; el número de hijos mayores y menores, sumado en cada caso al de los padres, reconstruye la imagen de las familias ; los esclavos junto a los amos, la idea de una sociedad en la que prevalecía aún la desigualdad ; el número de carretas y de bueyes, la capacidad, los recursos de cada inmigrante ; y el conjunto de todos ellos, la proporción del episodio.”

Hacia la inevitable crisis política.

Desde el punto de vista político tres hechos deben destacarse de éste período : la agudización de las contradicciones con el gobierno de Buenos Aires, el acercamiento a la Junta del Paraguay y con las poblaciones de Entre Ríos y Corrientes, que auxiliarán con lo que pueden a los orientales, pero provocarán una sorda irritación en la capital, y una nueva escisión entre los orientales, pues los rigores separarán a los oportunistas deseosos de honores y fortuna, de los auténticos patriotas.

Los factores desencadenante serán :la retirada portuguesa, la posibilidad de reiniciar la guerra contra Montevideo, y el nombramiento de Manuel de Sarratea como comandante en Jefe del Ejército de Operaciones, dejando de lado y postergando a José Artigas y a sus bravos orientales.

El fogón de Artigas - Así nació el Pueblo Oriental...

La cuestión es solo entre la libertad y el despotismo” (Artigas a Sarratea , 25 de diciembre de 1812)

La primera invasión portuguesa

Elío desde Montevideo solicitó ayuda a Río de Janeiro, directamente a la princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y esposa del regente , Don Juan, reiterada luego directamente a Portugal.. En Río, el embajador inglés Lord Strangford y el español, Marqués de Casa Irujo dieron la luz verde para una intervención que se concretó a partir del 1º de junio. La Banda Oriental será invadida por el norte y el este por poderosas fuerzas militares.

Los habitantes de la campaña abandonaron sus hogares y bienes para buscar refugio y protección al lado de Artigas y el ejército. Las tropas portuguesas del norte fueron detenidas sobre el Río Negro, pero las del sur llegaron hasta Maldonado casi sin encontrar resistencia.

Para los orientales era una catástrofe que debía enfrentarse enérgicamente. Para el gobierno de Buenos Aires , este hecho se da en un panorama oscurecido por las derrotas militares contra los españolistas del Alto Perú. Objetivamente el ejército sitiador de Montevideo, corría el riesgo de convertirse en sitiado, colocado entre los fuegos de españoles y portugueses. La hora era particularmente dramática.

Las contradicciones en el ámbito patriota y las primeras asambleas orientales.

El desastre de Huaqui en el Alto Perú, el bloqueo de Buenos Aires por la flota española y la invasión portuguesa llamada por Elío, crearon una difícil situación para el gobierno revolucionario. Para ellos había llegado el momento de obtener un reagrupamiento de fuerzas : era necesario poner fin a la invasión portuguesa, llegando a un acuerdo con Elío. Optar por Montevideo en esas circunstancias, será optar por el mal menor. Por ello desde Buenos Aires se inician gestiones de paz con el Virrey. Gestiones en principio discretas, pero que van a trascender y conmover a los orientales.

Al conocer estas tratativas los orientales exigieron ser oídos por las autoridades de Buenos Aires. Con el apoyo de Rondeau, Jefe del Ejército Sitiador, se reúne el vecindario oriental en la antigua Panadería de Vidal, transformada en Cuartel General, ubicada justamente en el corazón de nuestro barrio. En ésta primera asamblea celebrada el 10 de setiembre de 1811, concurrieron alrededor de 100 vecinos. Gente de consideración y prestigio como Artigas, Miguel Barreiro, Larrañaga, Carlos Anaya, Felipe Cardozo, García de Zúñiga, el padre Ortiz, y otros orientales que la historia no ha registrado. Puestos en conocimiento de las negociaciones y consecuencias del armisticio que se estaba tramitando , los orientales expresaron firmemente que “ el vecindario se comprometía a sostener el sitio personalmente, interín el ejército salía al encuentro del que mandaba el Gral. De Souza.” La convicción con que ésta estrategia fue explicada, tuvo como resultado que los delegados de Buenos Aires interrumpieran las conversaciones con Elío y retornaran a Buenos Aires para reconsiderar la situación.

Para Buenos Aires es únicamente un problema de estrategia militar, uno más...Para los orientales, que se han sublevado contra un gobierno despótico, ofrendando sus personas y bienes a la causa, saben que el armisticio los pone en las manos, nuevamente, de sus vengativos opresores.

El duro golpe del armisticio con Elío.

La situación política en Buenos Aires era muy agitada, y el 23 de setiembre de 1811 se instituye un régimen con una autoridad más centralizada en torno del Primer Triunvirato. Los historiadores consideran que el elenco político que respaldó estos cambios, es un grupo de dirigentes completamente ajenos a una concepción revolucionaria, únicamente preocupados por salvaguardar el predominio de la ex-capital virreinal sobre el resto del territorio. Chiclana, Paso y Sarratea pasaron a ser las cabezas visibles de uno de los grupos políticos más estérilmente centralistas de todo el proceso de la Patria Vieja.

Para ellos la situación que se vivía en la Banda Oriental debía cesar de inmediato, y desde el 1º de octubre se reiniciaron las tratativas para el armisticio, dejándose de lado los intereses de los orientales. El 7 de octubre se llegó a un acuerdo preliminar de 20 artículos en los que se ratificaba la fidelidad a Fernando VII, se declaraba la unidad de la Nación Española, y se fijaba en el Paraná la línea tras la cual debían retirarse las tropas de Buenos Aires. La Banda Oriental quedaba en manos de Elío.

Alertados sobre el nuevo curso de los acontecimientos, los orientales se reunieron, el 10 de octubre en una nueva Asamblea, esta vez en la Quinta de la Paraguaya, ubicada en la zona actual de 8 de Octubre y Garibaldi. En ella, los participantes manifestaron que no se llegara a la conclusión de las negociaciones sin contar con la anuencia de los orientales, cuya suerte se estaba decidiendo en esas horas críticas. En presencia del negociador bonaerense del armisticio, Dr. José Julián Pérez, los orientales insistieron en la necesidad de continuar la lucha aunque fuera “ con palos, con los dientes, con las uñas” . En la discusión se va a generar un gran equívoco, pues los orientales van a interpretar que la orden de levantar el sitio era únicamente un movimiento estratégico para salir a enfrentar a los portugueses. Percibiendo que el gobierno de Buenos Aires ya no los representaba, los participantes terminan eligiendo a José Artigas como Jefe de los Orientales, convirtiendo así en forma expresa una magistratura que tácitamente el caudillo venía ejerciendo desde el mes de abril.

La “Redota”.

“Marchamos los sitiadores en retirada hasta San José “ -relata el propio Artigas en su carta a la Junta Paraguaya -“ y allí se vieron precisados los bravos orientales a recibir el gran golpe que hizo la prueba de su constancia : el gobierno de Buenos Aires ratificó el tratado en todas sus partes...”

Esta ratificación se concretó entre los representantes del gobierno de Buenos Aires y Elío el 20 de octubre de 1811. Conocida la noticia por los orientales el día 23, Rondeau y Artigas , como militares subordinados a Buenos Aires debían emprender la retirada del territorio oriental. Rondeau marchará hacia Colonia para embarcarse con sus tropas. Artigas, destinado a las Misiones, deberá marchar hacia el norte.

En esas condiciones, en forma espontánea miles de orientales, que rechazan volver a caer bajo el dominio de Montevideo, se van agrupando detrás de su Jefe. Se sienten abandonados por el gobierno de Buenos Aires, en quien habían confiado totalmente. El Armisticio es una derrota. “La redota” en el sencillo lenguaje popular.

Para los vecinos, la única salvación frente a portugueses y españoles, es seguir al ejército , al mando de quien ha sido proclamado Jefe de los Orientales.

La redota, el Exodo como será llamado luego poéticamente, es un verdadero plebiscito. “No fue el voto de un hombre sino de un pueblo” dirá Monterroso en 1835. Artigas queda en una situación especial dotado de una doble investidura, la de militar subordinado a Buenos Aires y la de Jefe de sus conciudadanos.

Por un lado, formalmente acepta las consecuencias de un Tratado que no compartía. Por otro , no oculta su desilusión. “El gobierno de Buenos Aires abandona esta Banda a su opresor antiguo” - escribió Artigas - “pero ella enarbola a mis órdenes el estandarte conservador de la libertad. Síganme cuantos gusten, en la seguridad que yo jamás cederé.”

Nace el Pueblo Oriental.

Los protagonistas de estos sucesos dramáticos tuvieron conciencia de nacer a la vida política a partir de las diferencias sustanciales con el gobierno de Buenos Aires. Nada mejor que escucharlos a ellos. “ Los lances de la guerra separaron de entre nosotros los brazos fuertes de nuestros auxiliadores, sellando estos una convención...con Montevideo, y entonces nosotros, en el goce de nuestros derechos primitivos, lejos de entrar en un pacto con la tiranía, que mirábamos agonizante, nos constituimos en una forma bajo todos los aspectos legal, y juramos continuar la guerra, hasta que los sucesos de ella solidasen en nuestro suelo una libertad rubricada ya con la sangre de nuestros conciudadanos. V.E. no puede ver en esto sino un pueblo abandonado a sí solo...sin que pudiese haber otro, que reclamase su dominio, y que en el uso de su soberanía inalienable pudo determinarse según el voto de su voluntad suprema. Allí obligados por el tratado convencional del Gobierno Superior, quedó roto el lazo (nunca expreso) que ligó a él nuestra obediencia, y allí sin darla al de Montevideo, celebramos el acto solemne, sacrosanto siempre de una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la persona de nuestro dignísimo Conciudadano Don José Artigas para el orden militar, de que necesitábamos.” (Carta de los Jefes del Ejército Oriental al Cabildo de Buenos Aires, desde el Ayuí, 27 de agosto de 1812). Quedaba por recorrer el duro camino del exilio...