miércoles, 15 de julio de 2009

El fogón de Artigas - Que no se apague...

“Por su parte no se manifestó menos satisfecho el viejo, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas : ‘¿Entonces - se preguntó risueñamente - mi nombre suena todavía en su país de Ud. ?’ Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo, después de una pequeña pausa : ‘es lo que queda de tantos trabajos ; hoy vivo de limosna.’” (Enrique de Beaurepaire Rohan, Ingeniero militar brasileño, entrevista con Artigas en Ibiray, Asunción del Paraguay, del 12 de mayo de 1846.)


A lo largo de once entregas de SOL Y LUNA hemos presentado una visión sintética y abarcadora de la acción pública de José Artigas, desde 1811 hasta 1820. Antes y después , se extiende sobre su vida un manto ,a veces impenetrable, por falta de datos precisos. Nuestra intención fue la de poner al alcance de los lectores un material básico que permita acercarse, familiarizarse con el tema. A partir de allí, naturalmente, cabe ampliar y profundizar en aspectos esenciales de su obra. Con esos fines, para los lectores interesados, deseábamos mencionar en forma específica los materiales en que basamos nuestro trabajo, que muy lejos estuvo de ser original. De más está decir que no pretende agotar, ni por asomo, toda la bibliografía al respecto que es muy extensa.

Una obra que siempre es un gusto consultar, y como libro de ingreso al artiguismo la consideramos muy valiosa, es el “Breviario Artiguista” de José María Traibel. Muy completa y erudita es, en el otro extremo, “El Ciclo Artiguista” de W.Reyes Abadie, O.Bruschera y T. Melogno. Del mismo modo es excelente, por la información que trae sobre el proceso revolucionario rioplatense y las vicisitudes planteadas no solo en la Banda Oriental sino muy especialmente en Buenos Aires, “Artigas y el Federalismo Rioplatense” de W. Reyes Abadie. Con enfoques que hacen hincapie en la problemática económica y social se destacan las obras de Lucía Sala (“Artigas, Tierra y Revolución” y “Artigas y su Revolución Agraria”, para únicamente mencionar sus obras de síntesis) y de J.P.Barrán y B.Nahun “Bases económicas de la revolución artiguista”. Es muy jugosa la visión de la historia nacional y americana que presenta C.Machado en su obra “Historia de los Orientales”, en cuyo tomo I se encuentra todo lo referente al período artiguista.
También es muy original e interesante ,por tratarse de la visión de un historiador extranjero, en este caso inglés, la obra “Artigas y la emancipación del Uruguay” de John Street. Insistimos en que existe una muy extensa bibliografía para aquellos interesados ; pero el manejar estas obras es un buen comienzo para todo aquel que busque profundizar sus conocimientos al respecto.

Artigas, como lo demuestran hechos recientes, sigue siendo un elemento fundamental en la percepción de nuestro pasado. El tiempo transcurrido no lo debilita, pese a su fracaso concreto, sino que mantiene vivo su legado, siempre en permanente proceso de discusiones y valoraciones diversas, pero fermental sin lugar a dudas. En estos tiempos de extranjerización rampante, de falsos profetas, es esencial que las generaciones mayores puedan transmitir a los niños y jóvenes una apreciación de Artigas, que muchas veces, tal como se hace en la enseñanza formal, en escuelas y liceos, lleva a un “aburrimiento” - que es común a otros temas de la historia nacional - y por ese camino a un desconocimiento real de su importancia y vigencia ,aquí y ahora.

Nosotros en estos artículos de divulgación nos adherimos a una visión de Artigas en que pretendimos rescatar su proyección revolucionaria desde un ángulo muy comprometido con la suerte de los más desposeídos, así como una postura ética de intransigencia en la defensa de los valores que creía esenciales. Valores de los que no se apeó en ninguna negociación política. Valores que defendió hasta sus últimas consecuencias. No tuvo una muerte heroica, pero supo asumir con enorme dignidad su derrota en un exilio paraguayo que lo apartó de la vida política, consciente , tal vez, que más allá de las vanidades del poder quedaba, para quien supiera retomarlo, el desafío de su legado.

Aquí termina nuestra modesta contribución para mantener encendida la llamita del artiguismo. Que otras manos se acerquen para que el fogón no se apague...

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