martes, 14 de julio de 2009

Del pasado efímero - Las acaloradas internas de 1903

BATLLE : DE CANDIDATO MARGINAL A PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.

Se trata de José Batlle y Ordóñez, “Don Pepe”, o el “viejo Batlle” aunque en marzo de 1903 contaba con 46 años y tenía unos deseos inmensos de ser Presidente de la República, no para gobernar un período, sino como le diría a Domingo Arena para inaugurar una nueva época en el país.

Las posibilidades de Batlle de convertirse en Presidente eran remotas. En el marco institucional vigente, el de la Constitución de 1830, el presidente se elegía cada cuatro años el día 1コ de marzo por la Asamblea General.
Todas las instituciones representativas surgían de elecciones donde además de participar muy poca gente(por limitaciones al ejercicio de la ciudadanía), como no existían garantías al sufragio (el voto era público), las posibilidades de injerencia en las mismas por parte de las autoridades civiles y/o militares era la constante y el fraude lo cosa más normal .

La situación hacia fines de 1902 y comienzos de 1903 era muy especial , pues el Uruguay estaba viviendo una experiencia de coparticipación de colorados y blancos, a través de la aplicación del Pacto de La Cruz, acuerdo con el que había finalizado la revolución de Aparicio Saravia de 1897.

El presidente cuyo mandato expiraba el 1コ de marzo de 1903, era el colorado Juan Lindolfo Cuestas. De sinuosa trayectoria política, con fama de buen administrador de la hacienda pública, había hecho cuestión de aplicar el acuerdo. Otros colorados, el más importante de todos, José Batlle y Ordóñez no estaba muy feliz con un sistema que permitía crecer a ojos vistas la influencia, para él nefasta , de los blancos en la conducción del Estado. Cuestas, muy envejecido y achacoso, ex-santista, ex-tajista, ex-herrero/bordista, deseaba terminar en paz su mandato, colocar a un hombre de la “situación” ( es decir comprometido con la coparticipación) y lograr que lo autorizaran a partir cuanto antes hacia Europa : a medida que se acercaba el fin de su mandato el miedo lo iba royendo, pues temía que sus ex-correligionarios, a quien había jugado muy malas pasadas, se vengaran de él, apenas abandonado el sillón presidencial. El candidato oficialista era el “inglés” (en realidad de origen escocés) Eduardo MacEachen, ministro de Cuestas, sin entusiasmo por la vida política. Manifestó que sería presidente si lo elegían pero que él no daría “ni un paso ni un peso” por conseguirlo. Esta frase es muy gráfica acerca de como se hacía política en la época...

Otro candidato en tiendas coloradas era el Dr. Juan Carlos Blanco. Recién vuelto al redil después de haber integrado el tan prestigioso como volátil Partido Constitucional, tenía prestigio personal sobre todo fuera del Partido Colorado. Dentro de éste, ni el mismo tenía mucha idea de cuántos votos podría conseguir para concretar su ambición de ser Presidente.

El tercer candidato, por el que nadie daba mucho en 1902 y principios de 1903, era José Batlle y Ordóñez, líder del sector “popular” del coloradismo. Batlle, cuya vida personal y política chocaba contra los usos considerados “bien” de la época, bohemio, escandalizador en lo social y político, no estaba de acuerdo con la “coparticipación” y anhelaba ser un Presidente exclusivo de su partido, sin tener que depender de los detestados blancos y muy en especial, de Aparicio Saravia , por el que sentía un enorme desprecio. Batlle asustaba a propios y a extraños dentro del mundillo de la política nacional. Tenía muchos apoyos entre los funcionarios públicos, clases medias emergentes, y el pobrerío urbano, compuesto en su mayoría por inmigrantes españoles e italianos, a los que convencía de que solo el Partido Colorado podría ayudarlos a progresar en su nueva patria. Para Cuestas, Batlle no debía correr en 1903 y para muchos blancos, empezando por Aparicio Saravia, su nombre era el sinónimo de la vuelta a las armas. Batlle hacía dicho que el Pacto de La Cruz, comprometía a Cuestas, pero no al futuro presidente...


La interna blanca.

Condenados a un ostracismo político ignominioso desde el triunfo de la revolución de Venancio Flores en 1865, el Partido Blanco o Nacional había tenido que recurrir a la lucha armada para conseguir espacios de actuación en una vida política monopolizada por los colorados. En 1872, al término de la “Revolución de las Lanzas” había conseguido hacer pie en la vida política institucional, a través de un mecanismo medieval : el reparto de jefaturas políticas ( una por departamento, se establecieron 9 para los colorados y 4 para los blancos ; en ellas los diputados y senadores, surgidos de elecciones fraudulentas serían blancos o colorados, en esa proporción). Este sistema se debilitó con el tiempo, y ante la corrupción del período de Idiarte Borda, los blancos a impulsos de Aparicio Saravia, no sin resistencia entre los doctores del Honorable Directorio Nacionalista, recurrieron nuevamente a las armas y en 1897, asesinato del presidente mediante( a manos de un joven colorado, amigo de Batlle), lograron reflotar y ampliar el arcaico sistema de coparticipación.

En los escasos años que van de 1898 a 1903, los blancos lograron incrementar su representación en la Asamblea General, pero no estaban en condiciones, por si solos, de elegir al Presidente. El total de votos blancos allí era de 37, entre diputados y senadores. Eran necesarios 45 votos para designar al sucesor de Cuestas.

Las autoridades de los blancos eran el Directorio y el Caudillo. En el Directorio una sorda puja enfrentaba a saravistas con anti-saravistas, entre los que descollaba Eduardo Acevedo Díaz. Este había sido muy importante durante la pasada revolución, pero tenía enormes discrepancias con Aparicio Saravia. Dentro del Directorio la lógica parecía indicar que se votara por Mac Eachen : como sucesor de Cuestas estaría comprometido por el acuerdo. Otros consideraron que había que tantear la posibilidad de ofrecerle el cargo a Juan Carlos Blanco, si este conseguía 8 votos entre los colorados. Batlle era un pésimo candidato, excepto para Acevedo Díaz que había empezado a hartarse de los mangoneos politiqueros de sus correligionarios.
Quien podía aclarar las cosas , era el Caudillo. Pero Aparicio Saravia se callaba la boca y no se jugaba por nadie...

La interna colorada.

La campaña de Mac Eachen fue la de no preocuparse : se sabía ganador, contaba con el apoyo del Señor Presidente, incluso lo iban a votar los blancos ; podía darse el lujo de que no todos los legisladores colorados sufragaran por él.

El Dr. Juan Carlos Blanco fue presa de la ansiedad : tenía que comprometer 8 legisladores colorados para convencer a los nacionalistas que él era un candidato viable. Los nervios lo devoraban pues a medida que se desgranaban los días la lista de los comprometidos no pasaba de los 6 , en incluso muchos de ellos no eran seguros... Su candidatura agonizaba.

José Batlle y Ordóñez, era el “outsider” , el pingo que no corría. Consciente de ello Don Pepe empezó por hacer relaciones públicas. Empezó a visitar a Cuestas. A elogiarlo, a demostrar que olvidaba las tensiones y los enfrentamientos recientes, para que viera que después de todo no era tan mal candidato. Hacia los blancos empezó a hacer “buena letra”, silenciando sus críticas a la coparticipación ; que él era una persona confiable... Y mientras tanto delineó su estrategia.

En el Uruguay de la época, hacer política, era la intriga y la negociación entre cuatro paredes de los políticos dirigentes. Unos pocos años atrás la política se había hecho desde los cuarteles, pero ya eran tiempos viejos...La posibilidad de hacer política en las cuchillas, con las armas en las manos, lentamente era cada vez más difícil , en un campo transformado por las inversiones capitalistas ( en alambrados, instalaciones y sobre todo animales finos).Para evitarla, se había creado desde los tiempos del Cnel. Latorre una considerable “fuerza coactiva del Estado” muy difícil de superar por cualquier revolucionario. Cuando mucho se le podía empatar... como había pasado en 1897.

Febriles reuniones se desarrollaron durante el cálido mes de enero de 1903. El día 20 se suscribió un acuerdo entre los colorados : en él se establecía que votarían juntos en la elección presidencial. El acuerdo fue avalado por 37 firmas, 8 menos de las que se necesitaban para elegir al presidente. El día 11 de febrero se haría la elección “interna” con este criterio : los legisladores se reunirían y votarían mediante boleta firmada y sellada. En una primera ronda, quedarían eliminados todos los candidatos que no obtuvieran un mínimo de 20 votos colorados. En la segunda ronda, todos se comprometían a votar a quien tuviera la mayoría de sufragios.

El acuerdo liquidaba las esperanzas de Blanco de contar con respaldo oficial del Partido Colorado, le daba esperanzas a Batlle y puso nervioso a MacEachen, para quien era esencial en ese mano a mano interno saber que iban a hacer los nacionalistas. Saravia seguía sin definirse ; se había consumado la ruptura interna y Acevedo Díaz anunciaba que apoyaba a Batlle con 8 votos blancos. Cuestas intensificó sus relaciones con Batlle : ahora le interesaba saber si éste en caso de ser Presidente le facilitaría el tan ansiado viaje a Europa...
Batlle trataba de quedar bien con MacEachen, para el caso de ser perdedor : siempre es bueno poder tener un cargo en el gobierno ; todos somos colorados, faltaba más...

La tarde del 11 de febrero

En un clima de guerra de nervios, se produjo a las 17 y 30 la reunión de los legisladores en el edificio del Cabildo, sede del Poder Legislativo. MacEachen anunciaba desde la mañana que tenía los 20 votos colorados, más 26 votos nacionalistas. Batlle sabía que podía contar con 8 votos nacionalistas. Hábilmente había convencido a algunos recalcitrantes que no se aparecieran por la reunión, prometiéndoles acordarse de ellos en el futuro... No obstante los expertos sabían que la furiosa actividad de MacEachen demostraba que no tenía los votos colorados...Las baterías apuntaron a rescatar los 6 votos comprometidos en la ya muerta candidatura de Juan Carlos Blanco . Hubo promesas, ruegos y amenazas para conseguirlos...

En medio de gran expectativa se distribuyeron las boletas selladas y firmadas. Se pasó a votar. El escrutinio de la primera votación dio : Batlle 20 votos, MacEachen 16 votos. Para cumplir las formalidades se hicieron dos rondas más de votación, a pesar de que Batlle era el triunfador. Un partidario del perdedor, al grito de “。Yo no acato eso !” amagó con desconocer el acuerdo y Batlle lo sentó de un manotazo, impidiendo un perjudicial tumulto mientras anunciaba que en el futuro se acordaría de todos los correligionarios. Al cierre de la tercera Batlle tenía 37 votos colorados que sumado a los 8 votos nacionalistas le aseguraban la elección del 1コ de marzo.

El anuncio del resultado de la primera votación fue el momento del triunfo de Batlle, si bien había que seguir hilando fino para que todo se concretara exitosamente. La muchedumbre reunida en la Plaza Matriz vitoreaba a Batlle y aguardaba su aparición. Don Pepe tenía que conseguir el asentimiento de Cuestas y evitar una revolución de los blancos antes de que pudiera colocarse la banda presidencial. Cualquier cosa que dijera podía usarse en su contra ; era preferible no hacer discursos ni declaraciones improvisadas. De modo que a pesar de la victoria Batlle y sus amigos abandonaron el Senado por una puerta lateral.

Una vez, Domingo Arena ,amigo y consejero de Batlle, le preguntó si el ser electo presidente era digno de tanto esfuerzo. Don Pepe le contestó que no estaba pensando en términos de una presidencia de cuatro años, sino en los efectos que tendría su actuación en los próximos treinta o cuarenta años...


Obra de referencia : “José Batlle y Ordóñez” de Milton I.Vanger.

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