viernes, 14 de agosto de 2009

Líber Arce en el recuerdo

14 de agosto de 1968. Ya pasaron 41 años . Más que el tiempo de una generación. Tantos cambios...un mundo irreconocible...Y sin embargo...

En un ambiente de confrontación que no cesaba desde el fatídico 13 de junio , con medidas prontas de seguridad, militarizaciones de sindicatos, represión. El mes de agosto comenzó con un paro general. Los días siguientes vieron nuevas manifestaciones estudiantiles, siempre disueltas con un rigor en aumento.

El día 7, el MLN-Tupamaros secuestró al Presidente del Directorio de UTE, Ulises Pereyra Reverbel, en una medida que provocó distintas reacciones a nivel de la opinión pública. Consejero dilecto del Presidente Jorge Pacheco Areco, el mensaje del movimiento guerrillero era inequívoco.

La respuesta del Poder Ejecutivo no se hizo esperar :comenzaron los allanamientos a locales universitarios,(local central, Facultades de Arquitectura, Agronomía, Medicina y Escuela de Bellas Artes). sin orden judicial, violando groseramente la autonomía, en busca del secuestrado . El Consejo Central de la Universidad repudió enérgicamente el atropello. Sorprendentemente la Policía estableció censura previa para todos los comunicados de las autoridades universitarias. Todo órgano de prensa que no la acatara sería clausurado de inmediato. El único que desafió la medida, el semanario “Marcha”, sufrió esa suerte pocos días después.

En ese contexto se comenzaron a realizar manifestaciones estudiantiles de repudio al atentado .Los incidentes con la policía se volvieron cada vez más violentos. El día 9, el balance fue de 5 estudiantes heridos, uno de ellos en coma.

El 11 de agosto el MLN, en decisión que volvió a sorprender, liberó al Pereyra Reverbel.

Al día siguiente, en una manifestación frente a la Facultad de Veterinaria, en horas de la mañana cayó herido de bala por un oficial de policía el estudiante de Odontología Líber Arce. La herida fue en la región inguinal, afectando la arteria femoral.

Todos los que actuábamos en el movimiento estudiantil sufrimos un impacto muy fuerte con la noticia. Hasta entonces en las manifestaciones , los heridos habían sido por sablazos o machetazos , pero nunca habíamos sabido de un herido de bala , con el agravante de que su situación era crítica.

Internado en el Hospital de Clínicas, los cirujanos y médicos lucharon durante casi 48 horas por salvarlo de la muerte. La noticia del infausto suceso provocó un rebeldía multiplicada entre los estudiantes. 18 de Julio y sus adyacencias, se convirtieron en esas horas , en un verdadero campo de batalla...Manifestaciones relámpago, que se hacían y se deshacían, en una lucha desigual. Barricadas y algunas piedras, contra caballería, gases lacrimógenos, perros tan feroces como sus guardianes, y balas, balas de verdad...

Hasta llegar al 14 de agosto en que, por todo Montevideo, corrió como un frío angustioso la noticia :LIBER ARCE HABIA MUERTO. El impacto fue tremendo. No existía un precedente de esa naturaleza. Nunca un estudiante hacía sido abatido por las balas de la represión policial. El Uruguay contuvo el aliento. Un silencio fúnebre se abatió sobre la capital.

EL velatorio fue en el hall del edificio central de la Universidad. Largas colas de montevideanos esperaban pacientemente para acercarse al féretro, con una flor en la mano, para despedir al joven estudiante. Y siempre el silencio, la congoja más profunda.

En las esferas gubernamentales, el piso se movía. Políticos colorados, como Alba Roballo, o Manuel Flores Mora, manifestaban duras críticas sobre la orientación del gobierno de Pacheco. Por un momento, una esperanza ingenua...Y si tal vez, esta sangre derramada detuviera al “pachecato”,.. si las cosas cambiaran...

El Uruguay de siempre parecía vivo : el Juez de Instrucción que intervino en el caso decretó el procesamiento del oficial responsable de los disparos mortales.... A lo mejor...

El sepelio se llevó a cabo al día siguiente, 15 de agosto. Un día gris, húmedo, de infinita tristeza. Montevideo paralizado. Las calles vacías. Una multitud estimada en 300.000 personas, llevó a pulso el ataúd hasta el Cementerio del Buceo. Horas y horas. Lágrimas , solemne indignación. No podía ser...
Una noche que se vino rápido. La ciudad vacía. En 18 de Julio ,ni un solo policía...La Avenida en una lóbrega penumbra...En los alrededores de la Universidad, estábamos muchos jóvenes, exhaustos, con una enorme sensación de angustia...Desde un altoparlante el Secretario General de la FEUU, el “Chino” Díaz, nos exhortaba a retirarnos...Algo extraño se estaba incubando. De pronto, una explosión. Alguien, ¿quién?, arrojó un “cocktel molotov” .Una repentina claridad hacia el lado de 18 y Eduardo Acevedo : un Club Colorado de Pacheco-Carrere Sapriza comenzó a incendiarse...Llegaron los Bomberos...A la incierta luz de las llamas, hay quienes apedrean a los Bomberos para que no apaguen el fuego. El “Chino” grita desde el altoparlante : “Los Bomberos son nuestros amigos.. :” Algo raro pasa...algo muy raro...

La respuesta llegó en la madrugada : los “desconocidos de siempre” realizaron un sistemático destrozo de las vidrieras de los comercios a lo largo de toda la avenida, robando y saqueando a mansalva...

Para el día siguiente, ése era el tema en todos los medios de comunicación y no el crimen cometido contra Liber Arce, contra el movimiento estudiantil, contra la democracia, que empieza a desmoronarse, lentamente...

La ultra-derecha, los “servicios”, jugaron sus cartas, feamente, arteramente...

Con el entierro de Liber Arce, enterramos un Uruguay. Ya nunca más volveríamos a ser lo que fuimos...

martes, 21 de julio de 2009

40 años del hombre en la Luna y de 182 destituidos en huelga bancaria en Uruguay

Julio 1969: El hombre en la Luna y en el Uruguay 182 despedidos en una huelga bancaria, reprimida por la patronal con los auspicios del Presidente Jorge Pacheco Areco...

El 20 de julio se cumplen 40 años de la llegada a la Luna de la misión tripulada del Apolo XI. Todo un logro científico-tecnológico que despertó la admiración en el mundo. Al mismo tiempo, en Uruguay, gobernado con dura mano por el presidente Jorge Pacheco Areco y sus ministros, la huelga de los empleados de la banca privada, iniciada un mes antes, fue castigada drásticamente con la destitución de 182 trabajadores, cuya lista fue publicada en la prensa uruguaya el día después de hazaña de los astronautas norteamericanos. El hecho fue un severo golpe para la huelga, que se extendería, agonizante, hasta el mes de setiembre. También, a nivel de simple anécdota personal, fue el comienzo de un largo calvario para los que cayeron en esa siniestra lista de destituidos.
Mis reflexiones, como uno más de los 182, a 40 años del suceso pueden sintetizarse en las siguientes consideraciones.

1.- Más allá de todo lo que se diga, la huelga de la banca privada de 1969 ,objetivamente, fue derrotada. El resultado más penoso de esa derrota quedó plasmado en que el sindicato tuvo que cargar ,a partir de ese momento ,con 182 destituidos. La elaboración de la lista de destituidos fue una obra maestra del “terror antisindical”. En lugar de despedir a dirigentes, cosa común en casi todos los conflictos, aquí se golpeó, mayoritariamente, a los afiliados “de a pie” del sindicato.

2.-En el movimiento sindical uruguayo, esto no era ninguna novedad. ¿Cuántos conflictos de diversos gremios, especialmente obreros, terminaron con despedidos que el paso del tiempo fue cubriendo con el manto del olvido? Solamente sorprendía que uno de los sindicatos “fuertes”, tuviera que pasar a convivir con ese pasivo humanamente tan oneroso.

3.-El sindicato bancario quedó debilitado por largo tiempo, ya que a los efectos de la derrota del '69, en poco tiempo más debió sufrir – con los demás gremios - la represión implacable de la dictadura militar. Si en algún momento existió “refundación” fue más adelante; es decir hacia 1983-84, a la salida de la dictadura. En el caso de la AEBU, los “182” pasaron a ser un incómodo lastre, para retomar nuevos caminos. En 1996 , al caducar definitivamente un segundo convenio con “compensaciones económicas”, el oficialismo de la AEBU, a cuyo frente se encontraba el joven e impulsivo dirigente Juan José Ramos, consideraba que en el sindicato predominaba la gente joven que ni siquiera había nacido en 1969 y, por lo tanto, era difícil que existiese una sensibilidad adecuada al problema de los “182”.

4.-El despido de los 182 fue hecho con la presión y apoyo directos del Poder Ejecutivo a cargo de Jorge Pacheco y aplicado con una saña particular: publicación en la prensa de todos los nombres, elaboración de listas negras que se proyectaron en los oscuros años posteriores. Para los militares, antes y durante la dictadura, un simple destituido bancario “de a pie” del ’69, era sinónimo de “subversivo”.

5.-El Estado de derecho uruguayo tiene un notorio deficit que , al parecer, ya nunca se va a subsanar. Los destituidos bancarios del ’69 fueron ,formalmente, repuestos en sus cargos por la ley 14047 a fines de 1971. Ahora bien, esta ley fue desconocida por la patronal bancaria, con el aval de un Pacheco que ya preparaba sus valijas para sus periplos europeos post presidenciales. La restaurada democracia, del ’85 en adelante, miró vergonzantemente para el costado y la ley nunca se cumplió. Con el agravante que a lo largo de los años se fueron generando dictámenes judiciales que se acomodaron al interés de los banqueros...

6.-Nadie como la patronal bancaria tuvo tan asumida la naturaleza de ese conflicto. En el segundo semestre de 1985, cuando se negociaban los temas pendientes entre el sindicato y la patronal, esta estuvo de acuerdo en solucionar todo lo relativo a casos que se hubiesen generado durante la dictadura, pero fue irreductible con relación a los destituidos del ’69. En momentos en que existió, por unos pocos meses, la correlación de fuerzas más favorable posible para el sindicato, la patronal bancaria únicamente admitió que volvieran a trabajar 24 trabajadores de los 182.

7.-Los bancarios destituidos tuvieron como reparación “compensaciones económicas”, que fueron efímeras. (Por otra parte, ninguna compensación puede “compensar” un “despido abusivo y el daño moral”, más los diversos males emergentes de la “lista negra”). Ellas fueron: el convenio de enero de 1972, auspiciado por Pacheco y la patronal bancaria para violar la ley 14047: se trató de un convenio por 5 años que culminó en enero de 1977, en plena dictadura. Luego, silencio en la noche. Hasta enero de 1986, en que – con forceps - se negoció un nuevo convenio por 10 años. Ese convenio, al caducar en 1996, determinó que los “sobrevivientes” de los 182 volvieran, de un día para el otro, a las magras jubilaciones( o pensiones para las nuevas viudas, naturalmente con las quitas naturales a esas prestaciones) que les correspondían por los años efectivamente trabajados. Es decir, “compensaciones económicas” siempre transitorias y sin que generasen ajustes jubilatorios. La paradoja es que al final de sus vidas, los destituidos del ’69 se vieron muy “apretados” desde el punto de vista económico. El oficialismo de AEBU de esa época, pudo jactarse, con fines electorales, de haber solucionado todos los problemas pendientes. Los hechos demuestran que este,el de los “182”, no lo fue. Los destituidos siguieron luchando como “fantasmas de un viejo pasado” ,al decir del tango, para lograr ... “la reforma de cédula jubilatoria”.

8.- A 40 años de la huelga, mirando el pasado en la lejanía, uno tiende a pensar que el movimiento a la huelga general de la banca privada, fue impulsado, en una coyuntura muy especial, hacia un enfrentamiento deliberado, total y – en buena medida - absurdo, con el poder político, dejando de lado – al punto que se desdibujaron completamente – las modestas reclamaciones, específicamente económicas ,que estaban en el comienzo del conflicto y que pronto fueron olvidadas. La prolongada y estéril huelga, fue el triunfo de un grupo de dirigentes, encabezados por el binomio H. Cores y C. Fasano, (con una actuación tan brillante como demagógica, en las asambleas generales multitudinarias del comienzo del conflicto) que utilizaron al gremio bancario para llevar adelante su política presuntamente “revolucionaria”..., lo hicieron trizas y luego, adiós pampa mía...que otros arreglen los destrozos.

9.-Los aniversarios “redondos” y cada vez más alejados, tienden a convertir los hechos de que se trata en mitos. Por ahora creo que,tal vez, sigue siendo prematuro hacerlo con la huelga del ’69. Por lo menos conviene esperar hasta que el último de los 182 haya descendido a la tumba, para que no queden testigos presenciales...

10.- Felizmente, y de momento, la vida continúa...


Uno de los 182

miércoles, 15 de julio de 2009

El fogón de Artigas - Que no se apague...

“Por su parte no se manifestó menos satisfecho el viejo, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas : ‘¿Entonces - se preguntó risueñamente - mi nombre suena todavía en su país de Ud. ?’ Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo, después de una pequeña pausa : ‘es lo que queda de tantos trabajos ; hoy vivo de limosna.’” (Enrique de Beaurepaire Rohan, Ingeniero militar brasileño, entrevista con Artigas en Ibiray, Asunción del Paraguay, del 12 de mayo de 1846.)


A lo largo de once entregas de SOL Y LUNA hemos presentado una visión sintética y abarcadora de la acción pública de José Artigas, desde 1811 hasta 1820. Antes y después , se extiende sobre su vida un manto ,a veces impenetrable, por falta de datos precisos. Nuestra intención fue la de poner al alcance de los lectores un material básico que permita acercarse, familiarizarse con el tema. A partir de allí, naturalmente, cabe ampliar y profundizar en aspectos esenciales de su obra. Con esos fines, para los lectores interesados, deseábamos mencionar en forma específica los materiales en que basamos nuestro trabajo, que muy lejos estuvo de ser original. De más está decir que no pretende agotar, ni por asomo, toda la bibliografía al respecto que es muy extensa.

Una obra que siempre es un gusto consultar, y como libro de ingreso al artiguismo la consideramos muy valiosa, es el “Breviario Artiguista” de José María Traibel. Muy completa y erudita es, en el otro extremo, “El Ciclo Artiguista” de W.Reyes Abadie, O.Bruschera y T. Melogno. Del mismo modo es excelente, por la información que trae sobre el proceso revolucionario rioplatense y las vicisitudes planteadas no solo en la Banda Oriental sino muy especialmente en Buenos Aires, “Artigas y el Federalismo Rioplatense” de W. Reyes Abadie. Con enfoques que hacen hincapie en la problemática económica y social se destacan las obras de Lucía Sala (“Artigas, Tierra y Revolución” y “Artigas y su Revolución Agraria”, para únicamente mencionar sus obras de síntesis) y de J.P.Barrán y B.Nahun “Bases económicas de la revolución artiguista”. Es muy jugosa la visión de la historia nacional y americana que presenta C.Machado en su obra “Historia de los Orientales”, en cuyo tomo I se encuentra todo lo referente al período artiguista.
También es muy original e interesante ,por tratarse de la visión de un historiador extranjero, en este caso inglés, la obra “Artigas y la emancipación del Uruguay” de John Street. Insistimos en que existe una muy extensa bibliografía para aquellos interesados ; pero el manejar estas obras es un buen comienzo para todo aquel que busque profundizar sus conocimientos al respecto.

Artigas, como lo demuestran hechos recientes, sigue siendo un elemento fundamental en la percepción de nuestro pasado. El tiempo transcurrido no lo debilita, pese a su fracaso concreto, sino que mantiene vivo su legado, siempre en permanente proceso de discusiones y valoraciones diversas, pero fermental sin lugar a dudas. En estos tiempos de extranjerización rampante, de falsos profetas, es esencial que las generaciones mayores puedan transmitir a los niños y jóvenes una apreciación de Artigas, que muchas veces, tal como se hace en la enseñanza formal, en escuelas y liceos, lleva a un “aburrimiento” - que es común a otros temas de la historia nacional - y por ese camino a un desconocimiento real de su importancia y vigencia ,aquí y ahora.

Nosotros en estos artículos de divulgación nos adherimos a una visión de Artigas en que pretendimos rescatar su proyección revolucionaria desde un ángulo muy comprometido con la suerte de los más desposeídos, así como una postura ética de intransigencia en la defensa de los valores que creía esenciales. Valores de los que no se apeó en ninguna negociación política. Valores que defendió hasta sus últimas consecuencias. No tuvo una muerte heroica, pero supo asumir con enorme dignidad su derrota en un exilio paraguayo que lo apartó de la vida política, consciente , tal vez, que más allá de las vanidades del poder quedaba, para quien supiera retomarlo, el desafío de su legado.

Aquí termina nuestra modesta contribución para mantener encendida la llamita del artiguismo. Que otras manos se acerquen para que el fogón no se apague...

El fogón de Artigas - La derrota de Artigas: la hora de los egoísmos...

“Hablaré por esta vez y hablaré para siempre. V.E. es responsable ante la patria de su inacción y perfidia contra los intereses generales. Algún día se levantará ese tribunal severo de la nación, y administrará justicia equitativa y recta para todos.” Artigas a Pueyrredón.Purificación.13 de noviembre de 1817).

La guerra en dos frentes y sus consecuencias.

La complicidad del Directorio porteño con los invasores portugueses y todas sus iniciativas para liquidar a la Liga Federal llevaron ineluctablemente a una guerra civil, desastrosa para las provincias del litoral, especialmente Santa Fe y Entre Ríos en cuyos campos y pueblos se verificaron los episodios bélicos.

Si bien el propósito del Director Pueyrredón de derrotar a Artigas no se cumplió, si fue posible el debilitamiento de la cohesión interna de la Liga Federal. La imposibilidad de Artigas de atender directamente los asuntos de las provincias y las intrigas desatadas por Buenos Aires entre los subalternos artiguistas, sumado a la falta de comprensión por parte de los caudillos locales, sobre cuales eran los principios fundamentales que estaban en juego en la lucha contra el Directorio y Portugal - nunca llegaron a comprender que eran dos piezas de un mismo problema - disminuyeron el prestigio de Artigas, elevando a los caudillos locales, en especial Francisco Ramírez (Entre Ríos) y Estanislao López (Santa Fe).

A lo largo de estos años de guerra civil ambos bandos sufrirán transformaciones de importancia. Por el lado del Directorio porteño se intentará todo para aplastar al federalismo : llamado al Ejército de los Andes que se aprestaba a iniciar la campaña contra los españoles que dominaban Chile y Perú , orden desobedecida por su jefe el Gral. San Martín, que sin embargo no simpatizaba para nada con Artigas. Luego, una vez aceptada la renuncia de Pueyrredón y nombrado como nuevo Director el Gral. José Rondeau, a éste le corresponderá la triste tarea de volver a solicitar a los portugueses que invadieran el Entre Ríos para liquidar a las fuerzas federales. El éxito mayor logrado por la dirigencia porteña fue la firma del tratado de San Lorenzo con Estanislao López. En virtud de este acuerdo, desautorizado por Artigas, la sufrida provincia santafesina se separó de la Liga Federal -transitoriamente- pero el hecho dice mucho acerca de las aspiraciones de su caudillo.

La caída del régimen centralista porteño.

Todos los manejos directoriales, no obstante , provocarán el incremento de la oposición contra el Director y el Congreso, incluso en la propia ciudad de Buenos Aires, donde comienza a perfilarse , borrosamente, la formación de un partido afín con el federalismo. En l819, la aprobación de una Constitución centralista , autoritaria y aristocratizante, que valía tanto para una república como para una monarquía, provocó un repudio generalizado de todas las provincias. La situación económica era lamentable, producto de los años de guerra, pero también por la aplicación de un libre comercio irrestricto que favoreció ampliamente a los ingleses y sembró pobreza y privaciones entre la gente común. Motines pro-federales estallaron esporádicamente, incluso dentro de los rangos del ejército porteño. En esas condiciones no es de extrañar, la fulminante ofensiva federal sobre Buenos Aires que logra el triunfo de Cepeda el 1 de febrero de 1820. Las montoneras del Litoral, a cuyo frente venían López y Ramírez -este como representante de Artigas - atan sus caballos en la pirámide de Mayo, en la plaza principal de Buenos Aires, provocando el terror y el espanto en la oligarquía porteña. Esta oligarquía, disuelto el régimen directorial, buscará cualquier medio para lograr la retirada de los “bárbaros” de la orgullosa ciudad porteña.

La venganza de la oligarquía

Fue en esas circunstancias, en medio del caos provocado por la derrota, en que un Cabildo constituyó una Junta de Representates de la Provincia de Buenos Aires, la cual a su vez eligió a Manual de Sarratea, viejo enemigo jurado de Artigas, como Gobernador Provincial. Sarratea se reunirá con los caudillos triunfantes en la localidad del Pilar, firmando un Pacto el 23 de febrero en la que logra dos objetivos fundamentales. A partir de un reconocimiento muy vago y general acerca del federalismo, en su texto se desconoce la existencia de la Liga Federal y la autoridad de Artigas, reconocido simplemente como gobernador y capitán general de la Provincia Oriental. (Una provincia totalmente dominada por los portugueses a esa altura de los acontecimientos). Ni una palabra de ayudar a los orientales contra los invasores. En cambio se sabe que existió un acuerdo secreto entre Sarratea y Ramírez, en que el primero se comprometía a ayudar al entrerriano en el caso de que fuera atacado por Artigas : no había que ser muy adivino para conocer como iba a reaccionar el caudillo.

El federalismo artiguista derrotado

La firma del tratado marca la derrota del federalismo artiguista. Los caudillos que vencieron en Cepeda no habían entendido el alcance del mismo. Para ellos todo terminaba con la derrota de Buenos Aires. La lucha contra Portugal era vista como un sacrificio demasiado duro. El federalismo de un López o de un Ramírez es una cáscara que recubre el egoísmo localista. Por el lado de Buenos Aires, la habilidad de Sarratea consistió que en el momento de su peor derrota, sin embargo, logra conservar algo y sembrando cizañas en el campo vencedor, crear un ambiente de guerra civil entre los caudillos federales, que a la postre los destruirá a todos.
Como expresan Reyes Abadie, Bruschera y Melogno la oligarquía porteña supo tener la suficiente astucia como para negociar su derrota, arrastrando tras sí la derrota del artiguismo.

La respuesta de Artigas a todos estos hechos nefastos será fulminante. Rechazando el Pacto del Pilar, le declaró la guerra a Ramírez ( efectivamente responsable del desconocimiento de su autoridad de la que era delegado) . Este recibió por parte del gobierno de Sarratea todos los socorros militares que le habían sido negados a los orientales para la guerra contra los portugueses.

La guerra civil desangró a todos. En una serie de inexorables derrotas militares, Artigas se irá retirando cada vez más hacia el norte. Su respuesta política será la refundación de la Liga Federal , a través del Pacto de Avalos , integrando a Corrientes, Misiones y una Provincia Oriental puramente nominal. Haciendo prodigios logra mantener una fuerza combatiente desde marzo hasta agosto. Pero la suerte estaba echada en su contra : en los primeros enfrentamientos Artigas contó con 3.000 combatientes. Al final, en el potrero de Avalos, escaparon solo 12 con 11 caballos : Artigas - como recuerda Carlos Machado - logró salvarse de no caer prisionero de Ramírez en ancas del caballo de Manuel, su primer hijo.

Artigas nos espera

Acorralado por los portugueses, por Ramírez, por los bañados correntinos que son intransitables, la única opción que le queda es internarse en el Paraguay. Allí gobierna alguien para quien Artigas es un enemigo : Gaspar Rodríguez de Francia. En sus últimos momentos, rodeado de unos pocos fieles seguidores, acompañado por los indios guaraníes quienes siguen sintiendo una devoción tal que, a su paso, le piden la bendición, Artigas recordará a los orientales presos en las cárceles portuguesas y les enviará los últimos recursos que le quedan para aliviar su suerte . Hacia Río de Janeiro partirá Francisco de los Santos, el último chasque del caudillo para cumplir con su misión humanitaria. El 5 de setiembre de 1820, Artigas entró en Paraguay. Jamás regresó al mundo exterior ni volvió a tomar parte alguna en la política rioplatense.

A partir de allí el resto será, prácticamente, el silencio hasta su muerte en el año 1850. Sus enemigos tendrán el tiempo suficiente, más de 80 años para elaborar sus infamias en la leyenda negra de Artigas. Demolerla fue y sigue siendo una tarea esclarecedora para todos los patriotas americanos.

Carlos Quijano en un emocionado homenaje a Artigas escribió en 1986 : “Otros hubieran querido explicarse y justificarse. El, en su recóndito ostracismo, no. Ni se explicó, ni se justificó. Después de haber librado batalla, calló. Ese su augusto silencio no tiene paralelo ni ejemplo...Tanto o más que su brioso batallar, es su transido silencio el que ahora nos golpea, el que nos golpeará siempre mientras los orientales y aún los americanos no seamos lo que él quiso que fuéramos.”

EL fogón de Artigas - La invasión portuguesa: la hora de los traidores...

“... es preciso que cada una legua que avance el enemigo, le cueste mucho trabajo y mucha sangre...”( Artigas a Felipe Duarte, 17 de noviembre de 1819).

Los intereses de Portugal.


La invasión portuguesa fue el instrumento decisivo para provocar el debilitamiento irreparable de Artigas y toda su política provincial y rioplatense. La acción portuguesa se explica por motivos propios, vigentes desde los comienzos de la colonización en América, desde su implantación en la Colonia del Sacramento en 1680. Para Portugal, como luego para su heredero el Brasil, el control del estuario del Río de la Plata y sus afluentes , fue y será un objetivo geopolítico de primer orden.

La ingrata situación de Portugal en Europa, luego de la derrota de Napoleón Bonaparte y las resoluciones del Congreso de Viena en 1815, explican su agresividad en América del Sur. Por otra parte, las potencias europeas, incluyendo a una ambigua Inglaterra, generaron un ambiente intervencionista para tratar de poner fin a la revolución hispanoamericana. Portugal se manejará en dos niveles. Como aliado de España en esos momentos, manejará la idea de intervenir en la Provincia Oriental y en el resto del territorio rioplatense para poner fin a la “anarquía” revolucionaria en general y la artiguista en particular. Intimamente tratará de aprovechar las circunstancias para lograr las siempre ansiadas “fronteras naturales” , esto es, los ríos Uruguay y/o Paraná y a través de su dominio integrar el interior brasileño; el control de la importante riqueza pecuaria de la zona  debilitando a las Provincias Unidas y al liquidar a Artigas y su federalismo, detener su posible expansión hacia la zona riograndense. Portugal contó con el visto bueno de Inglaterra, consecuente con una estrecha alianza nacida desde hacía más de 100 años. Pero por otra parte, oficialmente,Inglaterra solo admitirá la intervención lusitana como algo circunstancial : Portugal actuaría en la zona mientras España no estuviese en condiciones de reincorporar estos territorios a su dominio.

La hora de los traidores.

La invasión portuguesa, no obstante, fue favorecida por la situación interna de las Provincias Unidas y los duros conflictos político-militares, planteados entre la dirigencia centralista de Buenos Aires y el federalismo artiguista. La acción de los emigrados bonaerenses y orientales (los más importantes : el ex-Director Carlos María de Alvear y su secretario, el oriental Nicolás Herrera) querían terminar con el artiguismo a cualquier precio. A lo mismo apostaban los emigrados españoles, cuyos bienes habían sido confiscados por Artigas : muchos de ellos quedaron en Río de Janeiro a la espera de la revancha. No obstante, fue la política del gobierno de Buenos Aires la que más favoreció el comienzo de la invasión. En ese sentido la responsabilidad del Director Interino González Balcarce es inmensa pues propició conversaciones preliminares en Río de Janeiro , a través de su enviado Manuel J. García para auspiciar, en secreto, la ocupación portuguesa de la Provincia Oriental, único instrumento a que podían recurrir los dirigentes porteños para liquidar al federalismo. Poco antes de que comenzara la invasión, García escribirá al gobierno de Buenos Aires “Creo que en breve desaparecerá Artigas de la Banda Oriental. La escuadra (portuguesa) está aquí al ancla y espera el primer viento.” La otra figura importante de esta tragedia fue Nicolás Herrera. Por odio irreconciliable con la política popular y federal del artiguismo , se convertirá en un colaborador de primera línea en asesorar a los generales portugueses. Herrera estuvo en condiciones de informar a Lecor del “quien es quien en la Provincia Oriental”, de las desavenencias de cada uno con Artigas, en fin, de todas las debilidades del sector patriota. En ese sentido se comportó como un experto agente de inteligencia a favor de los portugueses.

El heroísmo de los patriotas.

La invasión se desencadenó finalmente en agosto de 1816. La superioridad militar portuguesa, frente a los orientales e incluso la Liga Federal, era aplastante. Se trataba de una potencia europea, de tercera categoría, pero potencia al fin, cuyos ejércitos habían combatido contra el imperio francés. Las operaciones portuguesas implicaban un avance terrestre con apoyo naval, cuyo objetivo primero era la captura de Montevideo. La réplica de Artigas, fue la de contener el avance en el sur, intentar una contraofensiva en territorio riograndense por el norte, para cortar las líneas de abastecimiento de las tropas portuguesas, cuyo centro era la ciudad de Porto Alegre. Táctica audaz y que pese a todos los reveses le permitió una de sus grandes victorias militares en la batalla de Santa María, el 14 de diciembre de 1819. El otro aspecto originalísimo de la estrategia de Artigas fue plantear la lucha en el mar, sin contar con una flota, a través del sistema de corsarios. Las “patentes de corso” otorgadas por Artigas harán que muchos particulares, especialmente marinos norteamericanos, enarbolando el pabellón tricolor de la Provincia Oriental , pongan sus naves al servicio de la causa federal. Insólitamente continuarán luchando contra portugueses y españoles, en mares lejanos, mucho después de la derrota final de Artigas. En los ríos Paraná y Uruguay, se pondrá en acción una flotilla fluvial, al mando de Pedro Campbell, curioso personaje temible en la guerra, que mantendrá una especial admiración por el Jefe de los Orientales.

¿Por qué fueron derrotados los orientales ?

La superioridad de los portugueses no explica el desenlace. Fueron casi cuatro años de tremendos sacrificios en los cuales su poderío no pudo imponerse, pese a las terribles pérdidas de los orientales. Factor fundamental fueron las circunstancias internas de la Provincia Oriental y muy especialmente la política de Buenos Aires.

El Congreso de Tucumán y el nuevo Director, Juan Martín de Pueyrredón practicaron una política tortuosa. Por un lado, temiendo las reacciones populares en Buenos Aires que exigían que se ayudara a los orientales, manejaban declaraciones intimando a los portugueses a retirarse. Secretamente tenían contactos para facilitar el proceso de “pacificación” que los libraría de Artigas y su federalismo. El Director Pueyrredón,conocedor de las divisiones internas de los orientales, practicó la política de ofrecer ayuda a cambio de que se abandonara el programa artiguista. Presionados por las circunstancias los comisionados orientales Durán y Giró , en diciembre de 1816 , entraron en el juego del gobierno bonaerense. Esto provocó una airada protesta de Artigas, manifestándoles a ambos que el patrimonio de los orientales no se vendería al bajo precio de la necesidad. En definitiva, la política bonaerense llevará a que el 13 de noviembre de 1817, en un oficio a Pueyrredón en el que Artigas puso en evidencia la connivencia del Directorio con los portugueses, comience oficialmente la guerra de la Liga Federal contra el centralismo porteño. Amarga guerra civil, fatal para los orientales y para el prestigio de Artigas, pues comprometido en la lucha por su provincia deberá delegar la conducción de la guerra contra Buenos Aires a los caudillos de Entre Ríos (Francisco Ramírez) y Santa Fe (Estanislao López). Esta guerra en dos frentes será nefasta para todos...

A partir de 1817 , el frente interno de los orientales se deterioró totalmente : aparecieron conspiraciones contra Artigas, intentos de captar jefes para hacerlos desertar , unida a una campaña de difamación sistemática, cuyo mejor ejemplo lo dio la publicación del tristemente célebre “libelo” del oriental Pedro Feliciano Sainz de Cavia. A la larga esta labor de desgaste fue dando los frutos esperados desde el gobierno de Buenos Aires. En Montevideo , el Batallón de los Cívicos encargado de su defensa, se rebeló . En agosto de 1817, Montevideo fue entregado, sin luchar ,a los portugueses por orientales y españoles que consideraron a Lecor como un libertador de la “anarquía artiguista”... Conflictos personales envenenaron las relaciones entre los jefes orientales, como el caso del conflicto entre Tomás García de Zúñiga ( que terminó pasándose a Portugal) con Fructuoso Rivera que contaba con todo el respaldo de Artigas. Militares de extracción montevideana, como el joven Manuel Oribe o Rufino Bauzá, abandonaron la lucha : no estaban de acuerdo con los portugueses, pero tampoco querían seguir con Artigas. Con tropas de las mejor organizadas que tenían los orientales, en octubre de 1817, se dirigieron a Buenos Aires. Más tarde, la muerte o el caer prisioneros de los mejores oficiales artiguistas ( Lavalleja, Otorgués, Andresito...) fueron desgastantdo irremediablemente la resistencia al invasor.

Comienza la larga noche de la opresión extranjera.

Por último, la política de Lecor fue habilísima. Militar consagrado en Europa, en la guerra contra los orientales utilizó , al decir de Lavalleja, más los talentos del zorro que los del león. Con el asesoramiento preciso de Nicolás Herrera, fue muy efectivo para ir captando a la “gente principal”, luego a militares y caudillos e incluso prometiendo no afectar a los donatarios artiguistas. La combinación de todos estos factores, unidos a las cada vez más frecuentes derrotas militares ,culminarán en la sangrienta batalla de Tacuarembó del 22 de enero de 1820. Allí las últimas tropas orientales, comandadas por el Cnel.Andrés Latorre, fueron aplastados por las fuerzas portuguesas del Conde de Figueira.

La Provincia Oriental, clave de la Liga Federal, base del poder del “Protector”, estaba perdida.

EL fogón de Artigas - La Liga Federal: el sueño de la Patria Grande...

“... consultando cada una de las provincias todas sus ventajas peculiares y respectivas, y quedarán todas en una perfecta unión entre sí mismas ; no en aquella unión mezquina que obliga a cada pueblo a desprenderse de una parte de su confianza en cambio de una obediencia servil, sino en aquella unión que hace al interés mismo, sin perjuicio de los derechos de los pueblos y de su libre y entero ejercicio.” (Artigas al Cabildo de Corrientes, 29 de marzo de 1814).

El original proceso de la revolución oriental hizo surgir el liderazgo de Artigas, cuya fuerte personalidad condensó en posturas y documentos ( tal el de las Instrucciones del año XIII) una concepción de la organización de los pueblos que se independizaban del decadente dominio español, respetuosa de las “soberanías particulares”, pero no menos exigente en cuanto a propiciar la unión de todos, en un régimen libremente acordado. Con esto chocaba con la dirigencia de Buenos Aires, cuya interpretación de la revolución emancipadora era totalmente favorable a mantener una hegemonía incontestada de la ex-capital virreinal.

Como señalan Barrán y Nahun el desafío era lograr la conciliación entre las soberanías particulares de los pueblos y la unión de esos pueblos con un mismo origen y un mismo destino. De allí la originalidad del planteo federal de Artigas que permitía evitar los dos riesgos, ambos muy negativos : el centralismo porteño y la pulverización en republiquetas impotentes. “Artigas les ofreció a las provincias” - sostienen estos autores -“tantas ventajas cuantos inconvenientes encontraban en Buenos Aires : salida al mar, libertad comercial, igualdad provincial , reparto de las rentas aduaneras. No fueron estas meras promesas ; se concretaron en reglamentos, disposiciones y acciones.”

La fuerza del federalismo.


Más allá de las definiciones teóricas establecidas desde 1813, el federalismo artiguista encuentra en la realidad geográfica y humana de la región platense de la época elementos favorables a su implementación. En una época con graves dificultades de comunicación ( sin ferrocarriles, ni puentes, ni carreteras) las vías naturales y rápidas son los grandes ríos de la región. A través del Uruguay , el Paraná y sus afluentes logran unirse y articularse zonas tan diversas como la del litoral ganadero extendido hasta lo que hoy es Río Grande del Sur, el zona agrícola yerbatera del Paraguay y , a través de Santa Fé, el interior profundo argentino con su economía minera, agrícola y artesanal. “El federalismo artiguista ofrecía a estas comunidades la primera fórmula de integración útil y práctica y les proporcionaba el instrumento de “gobierno inmediato” capaz de asegurarles el directo y particular ejercicio de su propia soberanía , sin desmedro de la unidad nacional platense, consagrando así en los hechos, el dogma de la Revolución” - sostienen Reyes Abadie,Bruschera y Melogno.

La política bonaerense una y otra vez frustró todas las expectativas. De allí que las provincias ( o tal vez es más preciso decir las clases dirigentes - urbanas y rurales - de provincias que se estaban constituyendo sobre la marcha) vieron en la posibilidad federal artiguista la forma de escapar al proyecto centralista.

La naturaleza del sistema.

Las provincias al adherir al sistema federal encontraban rápida satisfacción a sus deseos de autonomía política (designaban todas sus autoridades en lugar de recibir porteños o filo-porteños), y pasaban a controlar sus intereses económicos. El signo de su adhesión al sistema era enarbolar el pabellón tricolor ( combinando los colores propuestos por Artigas del azul, blanco y rojo) , y proceder a una elección popular de sus autoridades. Artigas se limitaba a representarlas en materia de “relaciones exteriores” , comprendiendo esto específicamente la dura confrontación ideológica, política y militar con Buenos Aires, sin intervenir directamente en los asuntos internos específicos de cada provincia. La magistratura de “Protector de los Pueblos Libres” la ejercía desde su capital de Purificación trazando las grandes orientaciones, resolviendo los asuntos que se elevaban a su consideración o fallando en pleitos llegados en apelación, con un marcado tono paternalista. “Mantuvo en todos los casos “- sostienen Reyes Abadie, Bruschera y Melogno -“ un amplio respeto por las autoridades provinciales aún de las más directamente ligadas a su consejo y superior resolución como lo fueron la Provincia Oriental, Misiones, Corrientes y Entre Ríos.”

La debilidad del federalismo.

Lamentablemente , el vigoroso impulso federal solo pudo aglutinar ( y no por mucho tiempo) a la Provincia Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba. Inmensa frustración ( y origen de problemas futuros para el caudillo oriental) fue la actitud del Paraguay de mantenerse aislado de la revolución rioplatense, cuando Artigas pensaba que su incorporación era clave para la extensión y consolidación del sistema federal. Buenos Aires , salvo episodios de conciliación que pueden considerarse como el aprovechamiento de treguas cuando estuvo a punto de ser derrotada ( en abril de 1815, motín de Fontezuelas) mantendrá una hostilidad creciente. Estará dispuesta a la amputación del territorio : en junio de 1815 la misión Pico-Rivarola se presentará ante Artigas con la tentadora oferta de que éste se quede con la Provincia Oriental, Entre Ríos y Corrientes. El Protector rechazará firmemente estas propuestas que desnaturalizaban por completo su idea de constituir una patria americana unida y viable. Luego Buenos Aires, pasará a la guerra solapada o directa. El campo de batalla principal fue la provincia de Santa Fe, llave del acceso al interior argentino. Un interior argentino donde la figura dominante era San Martín. Este no comulgaba con los peores excesos de un centralismo de camarillas, pero detestaba el sistema artiguista por republicano y popular, haciendo todo lo posible para evitar el “contagio” de las provincias por él controladas ( San Juan, San Luis, Mendoza) mientras preparaba su expedición contra los españoles de Chile y Perú.

El otro elemento de debilidad estaba en el interior mismo de las provincias( incluida la propia Provincia Oriental) : oligarquías urbanas o poderosos caudillos rurales, adherían al federalismo como alternativa pues les daba el poder directo en sus pagos. Pero no existía una comprensión profunda de la concepción artiguista. De allí que cuando la suerte de Artigas cambie, golpeado duramente por las derrotas militares, por la pérdida del puerto de Montevideo en 1817, muchos comenzarán a pensar en “arreglarse” solos, sin los sacrificios que imponía el cumplimiento del ideal del Protector. De allí que lentamente alrededor de Artigas comience a respirarse un aire de traición, que a la postre hará caer por su base a tan generoso sistema.

La política económica federal :¿Antecedente del Mercosur ?


De ninguna manera. Se inspiraba en la tutela de las producciones artesanales frente a la introducción de similares competitivas y al estímulo de la producción exportable, con la clave de que todo el manejo económica interno quedaba en manos de los nacionales. Los extranjeros (ingleses, norteamericanos en su mayoría) podían operar exclusivamente en los puertos ; hacia el interior del territorio se les prohibía terminantemente. El proyecto económico plasmado en el Reglamento Aduanero del 9 de setiembre de 1815, encierra la ambición de generar un sólido espacio nacional en base a las provincias que en ese momento adherían al sistema pero con ventajas inmediatas para todas las demás, en una clara orientación americanista.
Como explican Barrán y Nahun, el reglamento crea una especie de “unión aduanera” en la cual las provincias autónomas integran un único organismo económico dirigido por los americanos. Se prevenía así la infiltración de los poderosos comerciantes extranjeros - cosa que ocurría en Buenos Aires - para evitar que esos intereses pasaran a controlar el nervio vital de la economía nacional. Se trató de hacer prevalecer en el plano económico la justicia e igualdad, único ideal posible de una auténtica revolución con fuertes raíces populares. Pero Artigas no pudo hacer triunfar su sistema : la oligarquía porteña y el imperialismo europeo(anglo-portugués) eran demasiado poderosos. Y ambos no estaban dispuestos a ver que se les escapaba una fracción tan importante del mundo. La gran conspiración se puso en marcha a mediados de 1815.

El fogón de Artigas - La Provincia Oriental autónoma (II)

“...con prevención que, los más infelices serán los más privilegiados.” ( Art. 6º del Reglamento del 10 de Setiembre de 1815)

Proceso de creación del Reglamento.

Uno de los puntos esenciales que debía atender el gobierno patriota era la situación de la campaña , realmente desastrosa luego de los años de guerra. Desde 1813 con el primer gobierno patriota de Canelones había existido preocupación al respecto. Desde agosto de 1815 Atraigas instaba a tomar medidas para repoblar las estancias, alarmado por la disminución del stock ganadero, base esencial de la riqueza de la provincia. El 11 de agosto de 1815 , se reunió en Montevideo una asamblea de grandes hacendados en presencia del alcalde provincial, Juan de León y del Comandante de Armas, Fructuoso Rivera. Los grandes hacendados deseaban que se pusiese orden en la campaña y en ese sentido enviaron una delegación a Purificación, integrada por León Pérez y Juan de León . De las deliberaciones llevadas a cabo con Artigas, es que surgió el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de su Campaña y Seguridad de sus Hacendados, el 10 de setiembre de 1815. Lucía Sala, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre, sostienen que en este reglamento “se encuentran reflejadas ante todo, las ideas del hombre más avezado y conocedor de los problemas de la campaña y de las masas campesinas trabajadoras : José Artigas.”

No solo de orden vive el hombre.

Como sostiene el historiador Luis Carlos Benvenuto,el reglamento, verdadera ley agraria artiguista, acometió con decisión el “arreglo de los campos” pendiente de la época colonial y frustrado precisamente por la oposición de los grandes hacendados. En ese sentido estaba el antecedente del proyecto de Félix de Azara del 1800, con quien había colaborado ampliamente Artigas como ayudante. Ahora al frente del gobierno oriental Artigas recapitulará el tema del arreglo de la campaña a la luz de las nuevas circunstancias creadas por la revolución. Y es en ese contexto que surgirán diferencias con el enfoque de los grandes hacendados patriotas. Los hacendados vinculados al poder español y/o porteño, habían emigrado dejando sin atender sus estancias, la mayoría de las cuales eran inmensos latifundios. Para los grandes hacendados patriotas había llegado el momento del orden ; para Artigas, sin dejar de lado este problema crucial, todo pasará antes por una política de justicia social hacia los patriotas pobres, los que más se habían sacrificado para lograr el triunfo de la revolución. De allí surgirán graves divergencias, pues los hacendados orientales que habían adherido a la revolución cuando el régimen español amenazó su derecho de propiedad - o la expectativa de tal - no podían conformarse con un sistema que se basaba en la confiscación sin indemnización de los enemigos de la revolución para darle la tierra y los ganados a los pobres. Para el reglamento los más infelices debían ser los más privilegiados. “En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios : y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados en suertes de estancia...” “Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos, y peores americanos, que hasta la fecha no se hallen indultados por el Jefe de la Provincia para poseer sus antiguas propiedades.”

La justicia según la revolución artiguista.

En la obra fundamental elaborada por Sala, Rodríguez y De la Torre , se sostiene que el Reglamento se proponía solucionar los problemas más urgentes que se planteaban a la Revolución. De ahí que coexistan medidas transitorias y profundas, para afirmar definitivamente la “causa de los pueblos”. Es un durísimo instrumento político y revolucionario para castigar a los enemigos de la revolución y de la provincia. Por otro lado beneficia a todos los patriotas, especialmente a los pobres ; aquellos infelices relegados durante el período colonial por razones raciales (negros, zambos,indios) o económicas, (los criollos pobres). “El reglamento aparece pues como el programa económico social de la revolución, enderezado a cortar el nudo principal de las contradicciones que atenazaban la sociedad criolla : el problema de la propiedad de la tierra y el de la producción ganadera. Y al mismo tiempo , se dirige a asentar sobre la tierra los pobres del campo, creándoles las condiciones para su bienestar y trabajo libre, y a erradicar las viejas y ahora parasitarias y contrarrevolucionarias formas de existencia marginales de la producción : bandidismo, contrabando, corambre ,etc.) “ (L.Sala).

Al confiscar las propiedades de los enemigos, la dureza de la revolución oriental al respecto no tiene nada que ver con la gratuita venganza. Lo que luego será una situación trágicamente común en el Uruguay independiente, de las luchas civiles entre blancos y colorados, estaba específicamente desterrado en el reglamento artiguista : ni las esposas ni los hijos de los enemigos pagarían la culpa política de los padres. Para ellos, el reglamento ofrecía exactamente lo mismo que se ofrecía a los patriotas pobres, atendiendo a sus necesidades de acuerdo con el número de hijos.

El choque con los grandes hacendados y los caudillejos locales.

Los grandes hacendados solo proponían un camino : la “policía de la campaña” ; los caudillejos locales impulsados por los especuladores montevideanos solo conocían de la arbitrariedad para repartir tierras y apropiarse de los ganados en su beneficio. Artigas por el contrario comprendió que el problema de la campaña oriental, era el problema de cómo solucionar las necesidades de la mayoría de su gente. De allí el propiciar el acceso libre, democrático e igualitario de todos los patriotas a la propiedad de la tierra. “Tierra libre y hombres libres eran una sola ecuación : el Reglamento Provisorio de 1815 fue la más avanzada y gloriosa constitución que conocieron los orientales.” (L.Sala)

El ejemplo del pardo Encarnación : la tierra para los paisanos.

En los pagos de Soriano, un hombre valiente hasta la osadía, luchador sin descanso contra los opresores, “pardo” analfabeto , de mestizaje intrincado, que había sufrido en carne propia todas las opresiones y las humillaciones del régimen español, Encarnación Benítez, se transformó en el portavoz de la revolución agraria radical que se hizo cuerpo en el Reglamento del 10 de setiembre. Por haber luchado por la tierra, y por que se aplicara el Reglamento concitó el odio de los hacendados ricos “patriotas” y su nombre pasó a engrosar el ambiente de la “leyenda negra” en que sus enemigos pretendieron sumergir la figura de Artigas, durante muchas décadas. Encarnación sufrió el denuesto perseverante de la historiografía oficial. En un plano menor el odio de clase lo calificó también de “anarquista”.

Encarnación tenía sus defectos como cualquier ser humano ; no era un paradigma evangélico, con todos los vicios y virtudes de las masas de criollos pobres que lucharon por la causa americana. Pero en el momento revolucionario será intransigente, sin que le pese su analfabetismo ,en comprender las necesidades de sus paisanos. Así logró , intuitivamente, unir dos cosas que en la revolución americana corrían por separado :la revolución nacional por la independencia y la revolución social de los explotados del campo. De allí sus conflictos violentos con los grandes hacendados , que manejaron con parsimonia la aplicación de un reglamento con el cual en el fondo de sus corazones no estaban de acuerdo. Encarnación jaqueado por los poderosos en sus pagos de Soriano, le informó a Artigas de lo que allí estaba sucediendo. Y Artigas, el 3 de febrero de 1816, habló una vez y habló para siempre : en un todo de acuerdo con lo pedido por Encarnación exigió que se diese satisfacción al “clamor de los vecinos”. Demostraba así el Caudillo , saber donde estaba la justicia de la revolución y resueltamente se ponía al frente de los pobres.

Muchos de la “clase principal” , de Montevideo y de la campaña, empezaban a rumiar, discretamente, que tal vez , definitivamente, Artigas ya no era el hombre de “su” confianza...