miércoles, 15 de julio de 2009

EL fogón de Artigas - La invasión portuguesa: la hora de los traidores...

“... es preciso que cada una legua que avance el enemigo, le cueste mucho trabajo y mucha sangre...”( Artigas a Felipe Duarte, 17 de noviembre de 1819).

Los intereses de Portugal.


La invasión portuguesa fue el instrumento decisivo para provocar el debilitamiento irreparable de Artigas y toda su política provincial y rioplatense. La acción portuguesa se explica por motivos propios, vigentes desde los comienzos de la colonización en América, desde su implantación en la Colonia del Sacramento en 1680. Para Portugal, como luego para su heredero el Brasil, el control del estuario del Río de la Plata y sus afluentes , fue y será un objetivo geopolítico de primer orden.

La ingrata situación de Portugal en Europa, luego de la derrota de Napoleón Bonaparte y las resoluciones del Congreso de Viena en 1815, explican su agresividad en América del Sur. Por otra parte, las potencias europeas, incluyendo a una ambigua Inglaterra, generaron un ambiente intervencionista para tratar de poner fin a la revolución hispanoamericana. Portugal se manejará en dos niveles. Como aliado de España en esos momentos, manejará la idea de intervenir en la Provincia Oriental y en el resto del territorio rioplatense para poner fin a la “anarquía” revolucionaria en general y la artiguista en particular. Intimamente tratará de aprovechar las circunstancias para lograr las siempre ansiadas “fronteras naturales” , esto es, los ríos Uruguay y/o Paraná y a través de su dominio integrar el interior brasileño; el control de la importante riqueza pecuaria de la zona  debilitando a las Provincias Unidas y al liquidar a Artigas y su federalismo, detener su posible expansión hacia la zona riograndense. Portugal contó con el visto bueno de Inglaterra, consecuente con una estrecha alianza nacida desde hacía más de 100 años. Pero por otra parte, oficialmente,Inglaterra solo admitirá la intervención lusitana como algo circunstancial : Portugal actuaría en la zona mientras España no estuviese en condiciones de reincorporar estos territorios a su dominio.

La hora de los traidores.

La invasión portuguesa, no obstante, fue favorecida por la situación interna de las Provincias Unidas y los duros conflictos político-militares, planteados entre la dirigencia centralista de Buenos Aires y el federalismo artiguista. La acción de los emigrados bonaerenses y orientales (los más importantes : el ex-Director Carlos María de Alvear y su secretario, el oriental Nicolás Herrera) querían terminar con el artiguismo a cualquier precio. A lo mismo apostaban los emigrados españoles, cuyos bienes habían sido confiscados por Artigas : muchos de ellos quedaron en Río de Janeiro a la espera de la revancha. No obstante, fue la política del gobierno de Buenos Aires la que más favoreció el comienzo de la invasión. En ese sentido la responsabilidad del Director Interino González Balcarce es inmensa pues propició conversaciones preliminares en Río de Janeiro , a través de su enviado Manuel J. García para auspiciar, en secreto, la ocupación portuguesa de la Provincia Oriental, único instrumento a que podían recurrir los dirigentes porteños para liquidar al federalismo. Poco antes de que comenzara la invasión, García escribirá al gobierno de Buenos Aires “Creo que en breve desaparecerá Artigas de la Banda Oriental. La escuadra (portuguesa) está aquí al ancla y espera el primer viento.” La otra figura importante de esta tragedia fue Nicolás Herrera. Por odio irreconciliable con la política popular y federal del artiguismo , se convertirá en un colaborador de primera línea en asesorar a los generales portugueses. Herrera estuvo en condiciones de informar a Lecor del “quien es quien en la Provincia Oriental”, de las desavenencias de cada uno con Artigas, en fin, de todas las debilidades del sector patriota. En ese sentido se comportó como un experto agente de inteligencia a favor de los portugueses.

El heroísmo de los patriotas.

La invasión se desencadenó finalmente en agosto de 1816. La superioridad militar portuguesa, frente a los orientales e incluso la Liga Federal, era aplastante. Se trataba de una potencia europea, de tercera categoría, pero potencia al fin, cuyos ejércitos habían combatido contra el imperio francés. Las operaciones portuguesas implicaban un avance terrestre con apoyo naval, cuyo objetivo primero era la captura de Montevideo. La réplica de Artigas, fue la de contener el avance en el sur, intentar una contraofensiva en territorio riograndense por el norte, para cortar las líneas de abastecimiento de las tropas portuguesas, cuyo centro era la ciudad de Porto Alegre. Táctica audaz y que pese a todos los reveses le permitió una de sus grandes victorias militares en la batalla de Santa María, el 14 de diciembre de 1819. El otro aspecto originalísimo de la estrategia de Artigas fue plantear la lucha en el mar, sin contar con una flota, a través del sistema de corsarios. Las “patentes de corso” otorgadas por Artigas harán que muchos particulares, especialmente marinos norteamericanos, enarbolando el pabellón tricolor de la Provincia Oriental , pongan sus naves al servicio de la causa federal. Insólitamente continuarán luchando contra portugueses y españoles, en mares lejanos, mucho después de la derrota final de Artigas. En los ríos Paraná y Uruguay, se pondrá en acción una flotilla fluvial, al mando de Pedro Campbell, curioso personaje temible en la guerra, que mantendrá una especial admiración por el Jefe de los Orientales.

¿Por qué fueron derrotados los orientales ?

La superioridad de los portugueses no explica el desenlace. Fueron casi cuatro años de tremendos sacrificios en los cuales su poderío no pudo imponerse, pese a las terribles pérdidas de los orientales. Factor fundamental fueron las circunstancias internas de la Provincia Oriental y muy especialmente la política de Buenos Aires.

El Congreso de Tucumán y el nuevo Director, Juan Martín de Pueyrredón practicaron una política tortuosa. Por un lado, temiendo las reacciones populares en Buenos Aires que exigían que se ayudara a los orientales, manejaban declaraciones intimando a los portugueses a retirarse. Secretamente tenían contactos para facilitar el proceso de “pacificación” que los libraría de Artigas y su federalismo. El Director Pueyrredón,conocedor de las divisiones internas de los orientales, practicó la política de ofrecer ayuda a cambio de que se abandonara el programa artiguista. Presionados por las circunstancias los comisionados orientales Durán y Giró , en diciembre de 1816 , entraron en el juego del gobierno bonaerense. Esto provocó una airada protesta de Artigas, manifestándoles a ambos que el patrimonio de los orientales no se vendería al bajo precio de la necesidad. En definitiva, la política bonaerense llevará a que el 13 de noviembre de 1817, en un oficio a Pueyrredón en el que Artigas puso en evidencia la connivencia del Directorio con los portugueses, comience oficialmente la guerra de la Liga Federal contra el centralismo porteño. Amarga guerra civil, fatal para los orientales y para el prestigio de Artigas, pues comprometido en la lucha por su provincia deberá delegar la conducción de la guerra contra Buenos Aires a los caudillos de Entre Ríos (Francisco Ramírez) y Santa Fe (Estanislao López). Esta guerra en dos frentes será nefasta para todos...

A partir de 1817 , el frente interno de los orientales se deterioró totalmente : aparecieron conspiraciones contra Artigas, intentos de captar jefes para hacerlos desertar , unida a una campaña de difamación sistemática, cuyo mejor ejemplo lo dio la publicación del tristemente célebre “libelo” del oriental Pedro Feliciano Sainz de Cavia. A la larga esta labor de desgaste fue dando los frutos esperados desde el gobierno de Buenos Aires. En Montevideo , el Batallón de los Cívicos encargado de su defensa, se rebeló . En agosto de 1817, Montevideo fue entregado, sin luchar ,a los portugueses por orientales y españoles que consideraron a Lecor como un libertador de la “anarquía artiguista”... Conflictos personales envenenaron las relaciones entre los jefes orientales, como el caso del conflicto entre Tomás García de Zúñiga ( que terminó pasándose a Portugal) con Fructuoso Rivera que contaba con todo el respaldo de Artigas. Militares de extracción montevideana, como el joven Manuel Oribe o Rufino Bauzá, abandonaron la lucha : no estaban de acuerdo con los portugueses, pero tampoco querían seguir con Artigas. Con tropas de las mejor organizadas que tenían los orientales, en octubre de 1817, se dirigieron a Buenos Aires. Más tarde, la muerte o el caer prisioneros de los mejores oficiales artiguistas ( Lavalleja, Otorgués, Andresito...) fueron desgastantdo irremediablemente la resistencia al invasor.

Comienza la larga noche de la opresión extranjera.

Por último, la política de Lecor fue habilísima. Militar consagrado en Europa, en la guerra contra los orientales utilizó , al decir de Lavalleja, más los talentos del zorro que los del león. Con el asesoramiento preciso de Nicolás Herrera, fue muy efectivo para ir captando a la “gente principal”, luego a militares y caudillos e incluso prometiendo no afectar a los donatarios artiguistas. La combinación de todos estos factores, unidos a las cada vez más frecuentes derrotas militares ,culminarán en la sangrienta batalla de Tacuarembó del 22 de enero de 1820. Allí las últimas tropas orientales, comandadas por el Cnel.Andrés Latorre, fueron aplastados por las fuerzas portuguesas del Conde de Figueira.

La Provincia Oriental, clave de la Liga Federal, base del poder del “Protector”, estaba perdida.

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