martes, 14 de julio de 2009

Del pasado efímero - Apasionados antagonismos entre los blancos (I)

EL CONFLICTIVO LIDERAZGO DE LUIS ALBERTO (I)

El ambiente de la época.

La vigencia de la Constitución de 1918, fruto de un pacto en buena medida favorable al Partido Nacional o Blanco ( como indistintamente se le llama) significó el aumento de la influencia política de esa colectividad, la posibilidad cierta de poder acceder al gobierno por vías electorales (algo realmente imposible bajo el régimen constitucional anterior), pero también un mayor margen para conflictos internos que la democratización general de la política posibilitaba. Los blancos, al igual que los colorados, a medida que se modernizaban para las nuevas formas de hacer política se fueron fragmentando en distintas tendencias, muchas veces ásperamente personalistas. Esta fragmentación ha llevado a distintas reflexiones sobre la naturaleza de nuestros partidos tradicionales. En general, hay quienes sostienen que, en rigor, puede hablarse de federaciones de partidos unificados bajo la bandera-lema blanca o bajo la bandera-lema colorada en momentos electorales y luego dispersos en la vida cotidiana entre elecciones. Si bien se inició en los años ’20 esta realidad fue definitivamente estructurada a través de la famosa “ley de lemas”, que como tal nunca existió, sino que se trató de diversas disposiciones legales generadas, fundamentalmente, en los años ’30 de este siglo.

Naturalmente los conflictos internos fueron de rigor. Pero los colorados, en general, supieron sortearlos con una tendencia , que parece innata, a la negociación interna y a la relativa facilidad de reconciliaciones incluso cuando los conflictos fueron muy duros, como el provocado a partir del golpe de estado del Dr. Terra en 1933. En cambio entre los blancos, más principistas, más temperamentales, más directos, más alejados del poder ( que ayuda a poner rápidas cataplasmas en las rupturas), los conflictos internos derivaron con suma rapidez en fracturas dolorosas que, muchas veces, han llevado décadas en restañarse.

Entre 1920 y el golpe de estado de Terra, se dieron tres grandes conflictos internos del nacionalismo : el enfrentamiento del “herrerismo” y el “lussichismo” ; la escisión del “Radicalismo Blanco” de Lorenzo Carnelli, y la ruptura del partido entre “herreristas” ( que apoyaron el golpe) y los “nacionalistas independientes” (que lo resistieron), dejados a la postre fuera del lema hasta 1958, con el emplasto especial de 1942 ,en que se les permitió presentarse con el lema Partido Nacional Independiente.

“Se acabaron los acuerdos.”

Hacia 1920, Luis Alberto de Herrera, figura en ascenso dentro del Partido Blanco, comprendió que para consolidar su predominio necesitaba , no solamente controlar el Directorio, sino además poseer un órgano de prensa. Desde 1918, el órgano oficioso del Partido Nacional venía siendo el diario “El País” que se publicaba utilizando las máquinas que habían pertenecido a “La Democracia” ,el viejo diario nacionalista fundado en 1904 y clausurado en 1917. Distintos problemas, no únicamente políticos, llevaron a Herrera a buscar reflotar el viejo diario, hecho concretado el 1 de julio de 1921. “La Democracia” se presentó como el órgano del partido, aunque luego tuvo que declarar que el diario era independiente del Directorio, en donde compartían su integración con Herrera , directores del diario “El País”. “La Democracia” se pronunciaba contra el “insensato avancismo sin freno” de los colorados de Batlle y en general con un mensaje conservador, que debía tranquilizar a los “pelucones” del Partido, si bien podía irritar a su ala izquierda , que tenía en Andreoli a un parlamentario y líder popular montevideano interesado en problemas laborales. “La Democracia” se destacó por rendir mayor homenaje a las figuras de Oribe y Aparicio Saravia, en contraste con el predominio anterior en que se resaltaba el período de Berro y al programa de 1872.

En este ambiente surgió la posición de Herrera de terminar con la política de los acuerdos que venía llevando adelante el Partido Blanco en el marco de la nueva constitución. “El Partido Nacional no volverá a la política desacreditada de los acuerdos” editorializó “ La Democracia”. Se estima que una de las cosas que estaba en juego en la polémica interna de los blancos era si se iba a una lucha decisiva para ganar la Presidencia de la República o ,por el contrario, se seguía con una política de “perfil bajo” a través de acuerdos, que no llevaran a una confrontación con los colorados, de quienes se temía sus reacciones en caso de perder el control del gobierno. En ese contexto se definieron más claramente las diferencias entre el sector de “La Democracia” con el de “El País” ahora acompañado por el vespertino “Diario del Plata”.

Lussichistas y Herreristas.

Lo anterior no fue más que el preámbulo para una dura disputa por los candidatos para las elecciones al Consejo Nacional de Administración (C.N.de A .)de noviembre de 1922. Allí quedó en evidencia que existían fuertes rivalidades personales. Los llamados líderes principistas, opuestos a Herrera, se pronunciaron por la fórmula Arturo Lussich - Martín C. Martínez. “La Democracia” defendía abiertamente la candidatura de Herrera-Morales y realizaba actos públicos a favor de la misma. “El País” se pronunció por Lussich y ,ambiguamente, el “Diario del Plata” se inclinó por Herrera.

Los dos candidatos se abstuvieron de definir concretamente sus programas. La diferencia en las campañas fue notoria. Herrera logró la mayor parte de su apoyo con sus giras de propaganda y sus contactos personales hechos de manera abierta y llena de encanto. La de Lussich- Martínez se movió dentro de un ámbito fundamentalmente urbano y doctoral. Internamente la lucha se procesó en el Directorio y en la Convención, aunque ,definitivamente, se concretó en las elecciones para el Colegio Elector que debía designar los candidatos. “El País” pugnó para que todos pudieran presentarse en las elecciones generales de noviembre sacando partido de las leyes electorales que permitían presentar listas separadas y acumular los votos en el lema. Sin embargo se impuso la elección interna, que procesada en setiembre de 1922, dio un amplio triunfo a los “herreristas”. Con ese resultado Lussich-Martínez retiraron sus candidaturas. Herrera no estaba contento con esta solución, pues pensaba que podía ser el germen de futuras divisiones : hubiera preferido negociar con los perdedores en la interna. A pesar de que se evitó una crisis mayor, Lussich se negó a participar en la campaña electoral. No obstante, la mayoría de los “lussichistas” terminó apoyando a Herrera, que con espíritu conciliador logró recomponer la unidad partidaria. La propaganda nacionalista fue intensa y Herrera puso en práctica el empleo del “tren relámpago” en el que las personalidades blancas recorrieron el país, deteniéndose en estaciones y paradas para hacer su campaña electoral. Resultado : la mayoría colorada se redujo a poco más de 5.000 votos ; la posibilidad de triunfar estaba allí nomás...

La escisión del Radicalismo Blanco.

Desde 1916 se había formado en Montevideo el Comité Popular Nacionalista liderado por el Dr. Lorenzo Carnelli. El nuevo agrupamiento se definió por postulados de igualdad interna dentro del partido blanco y la erradicación de las “familias de abolengo” que usufructuaban la dirección de la colectividad. Su intención era la de promover una orientación que atendiera la necesaria renovación en temas sociales y políticos, de claros contenidos democráticos. Entre los años 1920 y 1924 se definió la tendencia radical. En ese momento, ante el crecimiento de la influencia de Luis Alberto de Herrera, el radicalismo se separa del oficialismo directorial y se organiza en forma autónoma. En ese sentido realizaron trámites para que la Junta Electoral de Montevideo les reconociera su personería política, al tiempo que definían su programa, dirigido a nacionalistas y ciudadanos independientes, combinando la tradición con las nuevas ideas. Estas acciones provocaron una cierta incomodidad en los sectores directoriales que advirtieron acerca de la vigencia del principio de autoridad dentro del Partido Nacional. Los aspectos sociales del programa radical fueron netamente criticados desde “La Democracia” y “El País”. Un ambiente de dura discordia se fue consolidando...Una prueba importante para el Radicalismo blanco fue el resultado de las elecciones de noviembre de 1922 - si bien no colmaron totalmente las expectativas de sus dirigentes : con alrededor de 10.000 votos en todo el país demostraba ser una fuerza política a tener en cuenta dentro del nacionalismo. En los años 1923 y 1924, se darán fuertes choques entre “radicales” y “personalistas” ( partidarios de Herrera) que irán preparando el camino para una secesión no buscada por los primeros. El episodio definitivo que llevará a la expulsión del partido del radicalismo blanco, se dió, curiosamente ante una gestión llevada adelante por el grupo de Carnelli ante la Corte Electoral., a los efectos de que ésta reconociera la existencia orgánica del sector dentro del Partido Nacional. Como grupo integrado el radicalismo adhería a la causa nacionalista, considerándose una tendencia del partido y no un partido independiente.

La puja política, de la que no quedará al margen la Corte Electoral, se cristalizará en su resolución del 12 de marzo de 1924, en que esa Institución reconocerá al Radicalismo Blanco como partido independiente...algo que a título expreso NO se había solicitado. La polémica con los herreristas de “La Democracia” fue agrandando el foso de las discrepancias...El camino de la secesión estaba preparado. Ciegamente, desde el Directorio, se impulsará a la expulsión del grupo de Carnelli en momentos en que las diferencias con el Partido Colorado eran mínimas. En abril de 1924, la Convención procederá a expulsar del Partido al Radicalismo Blanco, considerando que ha dejado de pertenecer al mismo... En las cruciales elecciones presidenciales de 1926, los blancos perderán por 1.500 votos. El radicalismo blanco, con 4.000 sufragios, fue obligado a votar fuera del lema...por ser considerados “traidores a la causa nacionalista”....La reconciliación era imposible. Los colorados, paralelamente, tenían peores discrepancias internas, pero, astutamente, sabían unirse cuando llegaban los comicios...

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