martes, 14 de julio de 2009

Del pasado efímero - Apasionados antagonismos entre los blancos (II)

EL CONFLICTIVO LIDERAZGO DE LUIS ALBERTO (II)

Ranas y cuzcos

Hacia 1930, en medio de los signos inquietantes de una crisis económica largamente gestada en la pasada década y agravada por la depresión mundial, era evidente que había comenzado el reflujo del Partido Nacional. Los colorados los derrotaron, con claridad, en las elecciones de noviembre, merced entre otras cosas al famoso pacto del “handicap” que permitió contar dentro del lema a los riveristas de Manini Ríos.
Una de las características de la elección fue la fragmentación de ambos partidos. En el colorado, tres candidaturas : Terra y Fleurquin ( batllistas) y Manini Ríos) ; en el Partido Blanco, Herrera y Lamas.
La diferencia entre los lemas históricos rondaba los 15.000 votos a favor de los colorados : se había roto el “equilibrio” de la década del ’20. Herrera intentó que se hiciesen nuevas elecciones en algunos circuitos donde se habían constatado irregularidades, pero todo esto no tuvo andamiento. En todo caso, el tema afectaba más a la interna colorada para determinar con claridad si los riveristas habían llegado o no al famoso 17,5% del handicap.

En ese contexto de derrota electoral la ruptura entre Herrera y los “principistas” del partido se hizo definitiva.
Herrera comenzaba a tener la poco favorable fama de ser un perdedor, a pesar de su éxito de 1925 cuando había sido electo presidente del CN.de A. Los principistas, en medio de ásperas luchas internas, lograron pasar a controlar el Directorio. Herrera, debilitada su posición dentro de la estructura partidaria, comenzó a enfocar sus baterías contra la Constitución de 1918, a la que , a tono con todos los sectores conservadores, responsabilizaba de todos los males que aquejaban al país a medida que se ensombrecía el panorama interno y externo. La batalla se centró en la prensa. Desde “La Tribuna Popular” primero y, luego, desde su propio diario “El Debate”- fundado en 1931-, Herrera polemizó agresivamente con todos sus rivales. Allí se fue delineando un estilo periodístico diferente donde utilizando un léxico popular, se hacía amplio uso de denominaciones tomadas del reino animal tales como, avestruces y cuzcos, sin precisar los alcances de dichas metáforas. Con el mote de “omnibuseros” ,también aplicado a los principistas, Herrera, al parecer, quería significar que estos habían usado al partido para lograr sus propios fines ; habían usado al Partido para llegar al Parlamento, como quien se toma un ómnibus... Los principistas, ni lerdos ni perezosos, desde “El País”, motejaron a los herreristas de “ranas”, haciendo notar que las ranas enamoradas se apareaban con cualquier clase de animales...Desde “El Debate” se les retrucaba diciendo que ellos eran como “cuzcos” ...Con este ambiente, la escisión definitiva del partido, era solo cuestión de tiempo.

El pacto del chinchulín y lo que trajo el golpe de estado.

Entre marzo de 1931 y marzo de 1933, la vida política del Uruguay se fue caldeando en un clima de ásperas confrontaciones. La fragmentación de los grandes partidos no ayudaba en nada a encontrar mayorías parlamentarias o en el C.N. de A., para aprobar medidas que, fueran las que fueran, iban a generar descontentos y resistencias. La figura del Dr. Terra en la presidencia, rápidamente se convirtió en un factor de inquietudes : constitucionalmente no podía actuar, como a él le hubiera gustado, en toda la problemática económico-financiera y social, tareas a cargo del C.N. de A. Terra, originario del batllismo pero muy personalista, era hombre capaz , ambicioso y decidido : más adelante dirá que no quería pasar a la historia como un pobre diablo. Los batllistas del C.N.de A. buscaron el acuerdo con aquellos nacionalistas que estuvieran dispuestos a coparticipar. No eran los de Herrera. Herrera se había jugado a favor de un cambio constitucional, por las buenas o por las malas, y por soluciones a la crisis ,que iban a favor de los sectores empresariales o “conservadores” como les gustaba llamarse. Desde ese punto de vista, también será una pesadilla para el Dr. Terra. Jaqueado por Herrera ( “lo haces tú o lo hacemos nosotros”- le dirá Herrera un día de enero de 1933), Terra que, reiteramos, no quería ser un pobre diablo, se decidirá por el golpe.

Volviendo a nuestra historia, en el correr de 1931 se procesará, como suele ser de recibo en nuestra vida política, un pacto entre batllistas (Baltasar Brum, Edmundo Castillo, Domingo Arena, Luis Batlle, entre otros) y nacionalistas independientes( Eduardo Rodríguez Larreta, Juan Andrés Ramírez, Leonel Aguirre, Martín C. Martínez, Gustavo Gallinal, Javier Barrios Amorín y Luis Andreoli, con el concurso de los diarios “El País” y “El Plata”), con el objetivo de unir fuerzas en el C.N.de A. y en el Parlamento, para impulsar distintas leyes con soluciones ante la crisis. (La principal de todas se concretará, nada menos que en la creación de ANCAP). Pero como todo pacto político, este también tenía su precio : los nacionalistas independientes, que muy estatistas que digamos no eran, pero que les servía consolidar posiciones en la administración, acordaron con los batllistas un reparto de puestos a nivel de los entes autónomos. Herrera será lapidario : el acuerdo será motejado como el PACTO DEL CHINCHULIN, sugiriendo de este modo que batllistas y nacionalistas independientes se repartían las ventajas en la administración como en un asado se reparte la criolla achura...

Es claro que luego del 31 de marzo de 1933, el reparto de las achuras que iban quedando va a dejar pálido el del modesto chinchulín de 1931 : los golpistas Terra -brazo ejecutor- y Herrera - genio inspirador, al frente de sus colectividades, no solo se repartirán la administración , sino que lo establecerán en la constitución de 1934, surgida del golpismo. Allí se estableció que el Senado, de 30 miembros, tendría 15 senadores de la lista más votada del lema ganador y 15 senadores de la lista mayoritaria del lema que le siguiera en número de sufragios. Pasado en claro : terristas -15 senadores ; herreristas -15 senadores. Ninguna venia, ninguna ley, nada, podía decidirse en adelante, muy “constitucionalmente” desde luego , si Herrera no daba su aprobación. Era el verdadero cerrojo, la genialidad del “constituyente”, al decir del líder blanco.

En ese ambiente terminó de conformarse, cristalizándose ,la famosa “Ley de Lemas”. Su objetivo político fue condenar a los sectores colorados y blancos anti-golpistas a la intemperie partidaria o a agachar la cabeza ( el “amansarse para vivir” del ministro Ghigliani) y ser admitidos en el redil del terrismo o del herrerismo. Por otro ángulo se quitaba ímpetu a quienes, en una primera instancia, pensaron en organizar algo parecido a un “frente popular” contra el golpe. Si colorados o blancos, se iban con comunistas o socialistas, corrían el riesgo de que nunca más pudieran volver a actuar en sus lemas. Los intereses y el miedo iban de la mano...

Para nuestro relato, los nacionalistas independientes se quedaron afuera. El odio mutuo con los herreristas pasó a integrar el folklore político nativo. En 1942, cuando el nuevo golpe de estado del Presidente Gral. Baldomir, ( ex-terrista , protagonista de primera línea en el golpe del ’33 como Jefe de la Policía, apoyado ahora, en una verdadera inversión de las alianzas, por batllistas, comunistas y en mucho menor grado por los nacionalistas independientes), se realizarán cambios constitucionales y electorales con vistas a un “retorno a la democracia”. El que quedaba fieramente a la intemperie a partir de entonces era Herrera, acusado de “nazi” por añadidura... La solución salomónica, bien a la uruguaya, fue que los nacionalistas independientes participaran en las elecciones con el lema Partido Nacional Independiente. En rigor, esto violaba la Ley de Lemas. No acumulaban votos con el Partido Nacional , es decir , con Herrera. Y las cosas entraron en un período de normalización, consagrando la ruptura total entre los blancos. Recién en 1958, con muchas aguas, claras y turbias, arrastradas por debajo de los puentes, se daría la reconciliación de los hermanos divididos. Pero el padre siguió siendo Herrera y de su mano, con procedimientos, otra vez, muy poco ortodoxos ( el pacto con Benito Nardone que provenía... del。 coloradismo batllista !...). Hasta un 21 de abril de 1959 en que bajó a la tumba...y el Partido Nacional (que perdió a su auténtico conductor, en el acierto o en el error), se iniciaba, luego de 93 años, en las azarosas lides de ser el partido de gobierno.

Bibliografía : W.Reyes Abadie - Historia del Partido Nacional
Göran Lindahl Batlle, fundador de la democracia
Carlos Zubillaga - Las disidencias del tradicionalismo. El Radicalismo Blanco.
Roque Faraone- El Uruguay en que vivimos

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