miércoles, 15 de julio de 2009

El fogón de Artigas - La insurrección oriental de 1811

“ ... los orientales habían jurado en lo hondo de su corazón un odio irreconciliable, un odio eterno a toda clase de tiranía...” ( Artigas al Gobierno del Paraguay, 7 de diciembre de 1811)

En el marco rioplatense, la revolución oriental fue un movimiento original, llevado adelante por la población rural a diferencia de lo sucedido en Buenos Aires en Mayo de 1810, obra de minorías ilustradas apoyadas en un fuerte poder militar criollo. En la Banda Oriental, la campaña será revolucionaria , en tanto que Montevideo se convertirá en el bastión del españolismo.

La presencia de las multitudes campesinas, denostadas por los montevideanos como un conjunto de malhechores y anarquistas, unidas al liderazgo de José Artigas , le dará al movimiento oriental un sello radical que se concretará en las soluciones que irán surgiendo a lo largo de la peripecia revolucionaria. Independencia, República, Federalismo, Justicia Social a través de una nueva política de tierras, serán los pilares de su ideología y acción revolucionaria.

El movimiento que nace a partir del Grito de Asencio del 28 de febrero de 1811, aglutinó a toda la población de la campaña, sin distinción de razas ni posiciones sociales. “ Con escaso contenido ideológico, inorgánico por definición” - sostienen Barrán y Nahun - “ los primeros años de la lucha (1811-1813) fueron un idilio entre grupos sociales antagónicos. Pero a medida que la lucha contra el español se complicaba con la lucha contra el porteño, a medida que el caudillo que la dirigía se dejaba más y más influir por el espectáculo del sacrificio personal de las multitudes gauchas e indias que lo seguían ( en un proceso donde también la influencia opuesta ocurrió) el frente único que mantenía solidario a los grupos se rompía, y la revolución se radicalizaba en la práctica y en la teoría.”

Artigas cronista de la Revolución.

“ Cuando los americanos de Buenos Aires proclamaron sus derechos, los de la Banda Oriental .animados de iguales sentimientos,... no solo no pudieron reclamarlos, pero hubieron de sufrir un yugo más pesado que jamás. ..Yo fui testigo de la bárbara opresión bajo que gemía toda la Banda Oriental, como de la constancia y virtudes de sus hijos... y tuve la satisfacción de ofrecer al gobierno de Buenos Aires que llevaría el estandarte de la libertad hasta los muros de Montevideo, siempre que se concediese a estos ciudadanos auxilios en municiones y dinero...

Permítame V.S. que llame un momento su consideración sobre esta admirable alarma con la que simpatizó la campaña toda y que hará su mayor y eterna gloria. No eran los paisanos sueltos, ni aquellos que debían su existencia a su jornal o sueldo, los solos que se movían ; vecinos establecidos, poseedores de buena suerte y de todas las comodidades que les ofrece este suelo, eran los que se convertían repentinamente en soldados, los que abandonaban sus intereses, sus casas, sus familias...

Los restos del ejército de Buenos Aires que retornaban de esa provincia feliz , fueron destinados a esta Banda, y llegaban a ella cuando los paisanos habían libertada ya su mayor parte, haciendo teatro de sus triunfos al Colla, Maldonado, Santa Teresa, San José y otros puntos : yo tuve entonces el honor de dirigir una división de ellos con solo doscientos cincuenta soldados veteranos, y llevando con ellos el terror y el espanto a los ministros de la tiranía, hasta las inmediaciones de Montevideo, se pudo lograr la memorable victoria del 18 de Mayo en los campos de Las Piedras, donde mil patriotas armados en su mayor parte de cuchillos enhastados vieron a sus pies novecientos sesenta soldados de las mejores tropas de Montevideo, perfectamente bien armados ; y acaso hubieran dichosamente penetrado dentro de sus soberbios muros, si yo no me viese en la necesidad de detener sus marchas al llegar a ella, con arreglo a las órdenes del jefe del ejército...Entonces dije al gobierno que la patria podría contar con tantos soldados, cuantos eran los americanos que habitaban la campaña, y la experiencia ha demostrado sobrado bien que no me engañaba.” (Fragmentos del oficio a la Junta del Paraguay del 7 de diciembre de 1811).

El prestigio de Artigas

Uno de los rasgos más llamativos de la Revolución Oriental es el papel aglutinante que jugó la figura de José Artigas, reconocido por todos como el conductor natural del movimiento, más allá de discrepancias que se verán más adelante. Esto salvó al movimiento de esterilizarse en enfrentamientos de caudillos locales, importantes para desencadenar la insurrección, pero incapaces de encauzarla positivamente.

Nada mejor que recurrir a los testimonios de sus enemigos para resaltar su prestigio. El hombre fuerte de la resistencia española en Montevideo, el Capitán Salazar , lamentando el incidente provocado por el Brigadier Muesas cuyo resultado había sido la deserción del capitán de Blandengues, sostenía que “Artigas era el ‘coquito’ de toda la Compañía, el niño mimado de los Jefes, porque para todo apuro lo llamaban, y se estaba seguro del buen éxito, porque tiene un extraordinario conocimiento de la campaña como nacido y criado en ella, en continuas comisiones contra ladrones, portugueses, y además está muy emparentado, y en suma en diciendo Artigas en la Campaña todos tiemblan...”

“Sereno y fecundo en arbitrios, siempre se mostró superior al peligro” - sostuvo Bartolomé Mitre, uno de los grandes detractores del Caudillo - “Artigas era verdaderamente un hombre de hierro. Cuando concebía un proyecto no había nada que lo detuviera en su ejecución, su voluntad poderosa era del temple de su alma y el que posea esta palanca puede reposar tranquilo sobre el logro de sus empresas. Original, en sus pensamientos como en sus maneras, su individualidad marcada hería de un modo profundo la mente del pueblo.”

La significación histórica de la revolución oriental .

Como sostiene Lucía Sala ,la revolución enfrentará al poder español al que permanecerá fiel el pequeño grupo de comerciantes monopolistas , que en muchos casos también son grandes latifundistas, con la inmensa mayoría de la población, en particular con la de la campaña. El limitado grupo de montevideanos que se plegó a la revolución no militó , en general, en filas artiguistas, sino que actuó bajo las banderas de Buenos Aires. Tal singularidad le dió, sobre todo a medida que la dinámica de la lucha profundizó los objetivos iniciales y dejó por el camino a las capas más conservadoras, una impronta particularmente radical. El radicalismo de ésta revolución fue fruto de su peculiar estructura, la cual generó las fuerzas opositoras que , en definitiva, luego de la derrota, tomarían el poder durante largos años de vida independiente en el Uruguay.

La mayoría de los habitantes de la campaña y los pueblecitos adhirieron al movimiento que encabezó Artigas. En cada uno de los pagos los estancieros(grandes, medianos y pequeños) se organizaron con sus tropas de peones y esclavos. En cada pago se destacan caudillos : generalmente un estanciero poderoso que dirige su explotación ganadera, dispensador de permisos de asentamiento y medios de subsistencia, oficial de milicias, comandante en cotidianas batallas contra los indios. En esa campaña inmensa y poco poblada las familias están unidas por lazos de parentesco y compadrazgo. Pero en esa campaña de duras confrontaciones en la lucha por ganadas y tierras no son pocas las veces que en cada pago existen caudillos contrapuestos.

El alzamiento oriental de 1811 reveló el contexto geográfico de la composición social de la región. En el sur, Montevideo, Canelones, Florida, Minas, Soriano, Colonia y otros centros poblados proporcionaron oficiales y tropas. En la campaña, allí donde predominaban grandes estancieros, fueron algunos de estos los que encabezaron a los demás, amén de sus propias tropas. En otras regiones, quienes cumplieron este rol fueron los medianos y pequeños estancieros, sin que dejaran de abundar allí litigios entre poseedores y grandes denunciantes. En el litoral, donde eran numerosos los propietarios porteños, estos estimularon el alzamiento, el que, en algunas oportunidades, como en el Grito de Asencio, fue realizado por capataces al frente de la peonada.

Junto a los Blandengues, columna vertebral del nuevo ejército, las milicias integradas por individuos emergentes de ese variado mundo rural, fueron la fuerza militar del levantamiento que, fuertemente preparado desde Buenos Aires, aparece como un estallido espontáneo, en los diversos pagos desde febrero de 1811. Esclavos de amos españolistas fueron incorporados a ese ejército, así como también se integraron gauchos de pasado más o menos recomendable.

Los triunfos de los orientales, especialmente la batalla de Las Piedras estimularon no sólo al movimiento regional sino a todo el Río de la Plata. El 21 de mayo se intimó a Elío para la rendición de Montevideo y , ante su negativa, se inició el sitio que la ciudad fortaleza iba a resistir abastecida por la flota, que por otra parte estaba en condiciones de bloquear por el río a Buenos Aires.

Incorporada las fuerzas que enviaba la Junta de Buenos Aires, comandadas por José Rondeau, las de los orientales quedaron junto a Artigas, bajo su mando natural.

Luego de Las Piedras el gobierno Montevideano expulsó a un grupo muy representativo de letrados, sacerdotes, comerciantes y hacendados de claras símpatías por el movimiento revolucionario. “Váyanse con sus amigos los matreros” fue la despedida violenta de Elío. Este, en su desesperación, recurrirá a solicitar ayuda a los portugueses. Lo peor estaba por venir.

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